El clan de los Trump
Una delgada línea separa el enchufismo de la justa contratación basada en la confianza y el mérito propio. ¿Ser pariente o amigo de alguien te excluye de cualquier empleo que éste pueda proporcionar? Habría que analizar caso por caso. En lo referente al presidente electo de Estados Unidos, sorprende que tres de sus cinco hijos y un yerno –Ivanka, Eric, Donald Jr. y Jared Kushner– integren el grupo de asesores que comandará la transición hacia la Casa Blanca. Todos ellos están involucrados en negocios privados.
Aquí Donald Trump ha sido rápido y asegura que no habrá conflicto de intereses: su prole abandonará el trabajo gubernamental tan pronto como tome posesión del cargo. Pero deja abierto el interrogante de si esta política de “fichajes” seguirá en el futuro. ¿Está Trump tan solo como para tener que recurrir a su familia en el terreno profesional? ¿Acaso no confía en nadie más? ¿Sus parientes son las personas mejor cualificadas para esta tarea? ¿O nos encontramos ante un caso de nepotismo?
Emplear a parientes y amigos conlleva ciertos riesgos. Si hablamos de cargos públicos, el dedazo debe estar totalmente prohibido, eso es evidente. ¿Y en empresas privadas? ¿Y en instituciones? Siempre quedará el fantasma del favoritismo y la indulgencia hacia el contratado. ¿Les promocionarás frente a compañeros tanto o más capaces que ellos? Si tu pareja o hijos se equivocan, si comenten graves errores, si delinquen... ¿qué harás?
El clan Trump ha desembarcado en la Casa Blanca. Veremos como acaba. Por aquí hemos tenido malas experiencias con clanes familiares que han encontrado cobijo en gobiernos y empresas semipúblicas. Lo dicho. No al enchufismo, sí a la meritocracia.