Gente olvidadiza
Un conservador del Museo Real de Ontario, en Canadá, descubrió un esqueleto de un dinosaurio del jurásico, conocido como barosaurio, oculto en una gran caja que estuvo sin identificar durante años en los sótanos de la institución. De todos modos, perder un dinosaurio no es fácil de explicar, pero aún resulta más increíble el caso de un herpetólogo (experto en anfibios y reptiles) encontrado en otra caja, junto con especies animales que estudiaba, en el Museo de Historia Natural de París, a principios de este siglo. El hombre, que había muerto décadas antes en Sudáfrica, había permanecido disecado en un almacén, hasta que una becaria contratada para inventariar el fondo museístico lo encontró horrorizada.
Como certifican estas dos historias, en los cajones o cajas olvidadas suelen aparecer cosas insospechadas. A nadie debe extrañar, pues, que el inspector jefe de la brigada central de blanqueo y corrupción haya hallado, “ordenando los diferentes cajones y armarios de su despacho” (sic), un pen drive que al parecer contiene datos relativos a la investigación sobre el origen de la fortuna de la familia Pujol. El lápiz de memoria fue entregado el lunes al magistrado de la Audiencia Nacional José de la Mata, que está al frente de la investigación.
La unidad de delincuencia económica y fiscal presentó al juez hace cuatro meses un informe contra Jordi Pujol Ferrusola, basado en otro pen drive, según el cual el acusado habría ocultado 4,4 millones de euros. En este sentido, De la Mata ha citado a dos cargos de la policía para que le expliquen cómo obtuvieron el lápiz de memoria. En las últimas semanas, los medios de Madrid que han publicado filtraciones se han escandalizado de la prudencia con que actúa el magistrado. De la Mata quiere pruebas, pero acumula relatos. No es falta de diligencia, sino criterio profesional del juez. Lo del lápiz de memoria olvidado es más propio de la mala novela negra que de la investigación seria.