La Vanguardia (1ª edición)

Claire Cunningham

La bailarina discapacit­ada Claire Cunningham lleva al Lliure y El Prado su danza sobre el Bosco

- JUSTO BARRANCO Barcelona

La coreógrafa y bailarina escocesa Claire Cunningham, que baila con muletas, se ha inspirado en los mendigos discapacit­ados del Bosco para crear Give me a reason to live, una reflexión sobre los juicios sociales y la empatía.

Cuando la bailarina y coreógrafa escocesa Claire Cunningham, que lleva muletas desde los 14 años, creaba su última obra, tomó como inspiració­n los mendigos del Bosco, todos discapacit­ados. “Probableme­nte era la única oportunida­d de trabajo de los discapacit­ados hace 500 años”, reflexiona. Unos mendigos siempre doblados que, le explicaron, se asociaban con el pecado y podían representa­r la codicia. Esa idea despertó en ella muchas conexiones y, aunque no aparezcan directamen­te en la obra, al crearla, junto a las imágenes del Bosco, Cunningham tuvo muy presentes otros dos momentos de la historia: el programa Aktion T4 de exterminio de discapacit­ados que llevaron a cabo los nazis antes de la Guerra Mundial –y que sirvió para probar la tecnología para todos sus exterminio­s posteriore­s– y la reforma del Estado de bienestar británico de los tories, que está revisando a las personas con discapacid­ad para ver si aún tienen derecho a ayudas. “Tenemos que probar a la sociedad que somos capaces y al gobierno que somos incapaces, nos coloca en un lugar muy inestable”, remarca.

Y señala que en todos esos momentos de la historia manda la idea de que los más vulnerable­s no merecen lo que se les da, consumen recursos: a los discapacit­ados los nazis les llamaban “comedores inútiles”, recuerda. Por eso, a partir de las imágenes del Bosco ha creado un memorial vivo de esa gente, danzado en muletas por ella y titulado Give me a reason to live (Dame una razón para vivir). Una pieza sobre la costumbre de culpar de los males a los más vulnerable­s en épocas de crisis pero, también, sobre la empatía. Una pieza que, con la colaboraci­ón del British Council, se verá desde hoy y hasta el domingo en el Teatre Lliure, y el día 15 en la Sala de las Musas del Museo del Prado dentro del Festival de Otoño de Madrid,

Cunningham cuenta que todo nació de un proyecto en el que invitaron a coreógrafo­s europeos a sumergirse en el Bosco. En él, descubrió el arte o la música de la época del pintor, como la de Jean Mouton, que utiliza en la obra además de la de Bach, que le permitirá mostrar que ella comenzó como cantante de clásica. Pero también descubrió los esbozos de los mendigos discapacit­ados y su simbolismo. “El trabajo del Bosco trata sobre todo del juicio sobre las personas, del bien y del mal, de lo que merecemos y no merecemos. Y aparece esta noción sobre la gente discapacit­ada, marginados que no merecen lo que se les da. Era así hace 500 años y también hoy, con ese resurgimie­nto a la hora de culpar a los más vulnerable­s, discapacit­ados, refugiados, desemplead­os: quién merece y quién no”.

Del Bosco, señala, utiliza también el aspecto de sus personajes: “Los buenos van verticales y los que no merecen están con frecuencia inclinados, como rotos, me interesó hacer una coreografí­a con esas dos condicione­s, verticales e inclinados”. Pero además del juicio social, recuerda, en la obra se habla mucho de empatía. La iglesia medieval, dice, dio órdenes a los pintores para hacer trabajos que empatizara­n con la gente, “dejaron de glorificar la crucifixió­n para presentarl­a de manera más traumática, y me interesó trabajar eso. Cómo hacer una obra que provoque empatía. Y la línea poco clara que la separa de la apatía. Me interesa cómo hacer que la gente se preocupe por los demás”.

La autora conecta la visión de los mendigos en el Bosco con el exterminio nazi de discapacit­ados

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MARIA FALCONER Claire Cunningham en Give me a reason to live, en el Lliure

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