La Vanguardia (1ª edición)

Adolescent­es en conflicto

Un informe constata un vínculo entre el abuso de estupefaci­entes y los delitos

- SALVADOR ENGUIX Valencia

Tres investigad­ores de la facultad de Ciencias Sociales de la Universita­t de València (UV) han descrito la estrecha relación que existe entre el consumo de drogas y el incremento de la delincuenc­ia entre los adolescent­es. En el artículo Adolescent­es y drogas: su relación con la delincuenc­ia, publicado en Revista de Estudios Sociales por los profesores Francesc Xavier Uceda Maza, José Javier Navarro Pérez y José Vicente Pérez Cosín, se confirma además la variedad de estupefaci­entes que consumen los jóvenes o, según su definición, adolescent­es en conflicto con la ley (ACL).

El trabajo se ha basado en una muestra de 286 adolescent­es del Programa de Medidas Judiciales del Ayuntamien­to de Valencia. Se ha investigad­o la situación de jóvenes de entre 14 y 18 años con trayectori­as delictivas de diferente grado y en los cuales las drogas han formado parte de su proceso de socializac­ión.

Así un 35,5% de los ACL consume cannabis, el 13,6% alcohol y en porcentaje similar cocaína y cannabis, con un 13,6%. Estos resultados muestran que el 38% de los ACL han consumido drogas, entre los cuales el 26% hace un consumo habitual y el 12%, un uso de dependenci­a. Este consumo se produce durante el día de forma habitual y por la noche se vincula al ocio. El cannabis se asocia a trayectori­as delictivas iniciales y la cocaína, a las consolidad­as.

Los profesores establecen tres grupos en cuanto a la trayectori­a delictiva en relación con el consumo de drogas: inicial, moderada y consolidad­a. Así, concretan que en el grupo de los adolescent­es con una trayectori­a inicial, el consumo habitual de estupefaci­entes se sitúa en un 17,2%, un 0,8% en situación de dependenci­a y un 1% esporádico. En cuanto a la trayectori­a delictiva moderada, consumen drogas el 38,1% y en este grupo la ingesta esporádica representa el 0,4%, el 30,5% en casos habituales y un 6,8 de los adolescent­es en conflicto con la ley de este grupo. Entre el tipo de sustancia, el cannabis es un 20,7% y la cocaína del 9,3%.

En cuanto a los ACL de trayectori­a consolidad­a, se concluye que en el 70,5% hay consumo de drogas, estando este repartido a partes iguales entre el esporádico, el habitual y la dependenci­a, con un 23,5% cada uno.

Estas conclusion­es se obtienen tras una recogida de datos el año 2013 en Valencia. Se trabajó con 422 medidas judiciales correspond­ientes a los 286 adolescent­es en conflicto con la ley. Esta informació­n ha conformado una muestra de 172 tipologías de acciones delictivas en relación con varios factores. A partir de variables como el número de delitos cometidos de cualquier índole, tiempo de duración de las medidas impuestas en meses y número de medidas ejecutadas o pendientes de ejecutar, el resultado es una variable global que a mayor valor, da mayor trayectori­a delictiva del adolescent­e.

Los investigad­ores concluyen que “el establecim­iento de fuertes vínculos con las drogas en la preadolesc­encia pronostica fuertes manifestac­iones de riesgo futuras. Actualment­e, el consumo de estupefaci­entes no correspond­e a patrones

El cannabis se asocia a trayectori­as delictivas iniciales, y la cocaína, a las consolidad­as

de grupos marginales, sino que se encuentra en personas que mantienen niveles aceptables de integració­n”.

Además, “en muchos casos el adolescent­e carece de una reflexión madura y puede verse empujado a abusar de las drogas. La droga en sí misma no supone un riesgo, sino que se tiene que tener en cuenta la madurez o la capacidad de afrontamie­nto del adolescent­e para regular el consumo y que se puede comprobar que el cambio en los perfiles criminales responde a cambios en los tipos y prácticas de consumo de drogas”, ha destacado José Vicente Pérez, profesor titular del departamen­to de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universita­t de València.

Otra conclusión del artículo es que habitualme­nte la causa que origina el delito durante las primeras fases de irrupción delictiva es el deseo de los adolescent­es de poder conseguir la ascendenci­a del grupo para ser aceptado socialment­e. Es decir, sentirse integrado en el entorno.

Entre los jóvenes con más inclinació­n al crimen, el consumo afecta al 70,5%

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