Inspirado guasón
Desde el primer momento, cuando apareció vestido de Napoleón, quedó claro que el irlandés Neil Hannon es un artista con sentido del humor al que le gusta bromear. Una constante que fue de reconocer que había ingerido demasiadas tapas a contestarle “gracias, mamá” a una fan que le llamó guapo, pasando por meterse con los Pegasos que presiden el escenario o las risas que se le escaparon al equivocarse en A lady of a certain age. Quitarle trascendencia es un contrapunto que hace aún más atractivo su sofisticado pop de arreglos orquestales que en directo, con quinteto, fueron sustituidos por sintetizador.
The Divine Comedy llegó al Mil·lenni en la gira de Foreverland, del que tocaron cinco temas. Entre ellos Napoleon complex, cuyo síndrome de hombre bajito lo compensaron con un gran despliegue coral; las armonías vocales son fundamentales en un pop barroco que, sin embargo, prescindió de la grandiosidad para primar el lado acústico con guitarras de seis y doce cuerdas y un acordeón que bordó Catherine the great. Otra novedad, Funny peculiar, incidió en lo jocoso cuando un globo terráqueo que había servido para ilustrar Count Grassi’s passage over Piedmont se convirtió en mueble bar. Tras servir copas invitó a la telonera Lisa O’Neill a cantarla a dúo. Fueron casi dos horas de concierto incidiendo en álbumes como Bang goes the knighthood y Casanova. Llegados a Something for the weekend avisó en catalán: “Anem a desfasar”. Fue decirlo y levantarse todos para realzar el crescendo de Becoming more like Alfie, At the indie disco y el festín de ‘paparapás’ de su gran éxito National express.