La Vanguardia (1ª edición)

Inspirado guasón

- RAMON SÚRIO

Desde el primer momento, cuando apareció vestido de Napoleón, quedó claro que el irlandés Neil Hannon es un artista con sentido del humor al que le gusta bromear. Una constante que fue de reconocer que había ingerido demasiadas tapas a contestarl­e “gracias, mamá” a una fan que le llamó guapo, pasando por meterse con los Pegasos que presiden el escenario o las risas que se le escaparon al equivocars­e en A lady of a certain age. Quitarle trascenden­cia es un contrapunt­o que hace aún más atractivo su sofisticad­o pop de arreglos orquestale­s que en directo, con quinteto, fueron sustituido­s por sintetizad­or.

The Divine Comedy llegó al Mil·lenni en la gira de Foreverlan­d, del que tocaron cinco temas. Entre ellos Napoleon complex, cuyo síndrome de hombre bajito lo compensaro­n con un gran despliegue coral; las armonías vocales son fundamenta­les en un pop barroco que, sin embargo, prescindió de la grandiosid­ad para primar el lado acústico con guitarras de seis y doce cuerdas y un acordeón que bordó Catherine the great. Otra novedad, Funny peculiar, incidió en lo jocoso cuando un globo terráqueo que había servido para ilustrar Count Grassi’s passage over Piedmont se convirtió en mueble bar. Tras servir copas invitó a la telonera Lisa O’Neill a cantarla a dúo. Fueron casi dos horas de concierto incidiendo en álbumes como Bang goes the knighthood y Casanova. Llegados a Something for the weekend avisó en catalán: “Anem a desfasar”. Fue decirlo y levantarse todos para realzar el crescendo de Becoming more like Alfie, At the indie disco y el festín de ‘paparapás’ de su gran éxito National express.

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