La Vanguardia (1ª edición)

Gobierna Busquets

- Santiago Segurola

Regresó Sergio Busquets y puso la casa en orden, la gran prioridad del Barça esta temporada. A veces el fútbol es así de simple: lo explican los buenos jugadores, incluidos algunos que apenas marcan goles y no tienen inconvenie­nte en poner el foco sobre las estrellas de sus equipos. Busquets es una estrella indiscutib­le, pero prefiere mantener el perfil bajo. En el muy mediático fútbol actual, apenas se sabe nada del medio centro del Barça. “El de Badia”, se dice desde hace nueve años, y con eso se acaba la historia. No es tuitero, no frecuenta los habituales círculos sociales de los famosos, no se le conocen declaracio­nes conflictiv­as. Busquets juega, y cómo juega.

El entretenid­o debate sobre las dos almas actuales del Barça, la del control y la del contragolp­e, olvida que los jugadores marcan la diferencia final en el fútbol. No hay control posible sin los jugadores adecuados. No hay contragolp­e con carretones. Busquets, que es un espléndido jugador para cualquier tipo de fútbol, es el perfecto centrocamp­ista para el minucioso estilo que diseñó Pep Guardiola y que ha dado fama al Barça.

Se puede hablar de él como del último mohicano del cartesiani­smo azulgrana. El penúltimo, por supuesto, es Iniesta, cinco años mayor que Busquets. No se sabe si estamos ante el fin de una especie singular, la que conquistó el mundo a base de astucia y pases cortos. La hegemonía fue de tal calibre que alumbró una facción de críticos, por cansancio de la excelencia o por vendettas ocultas.

“Este Barça es más versátil y divertido”, fue el latiguillo habitual después de la marcha de Guardiola. Se trasladó el peso específico del equipo del medio campo a la delantera, agrupada en torno a tres jugadores excepciona­les: Messi, Luis Suárez y Neymar. Aunque es fácil encomendar­se a esos genios, el Barça perdió identidad y solidez por el camino, con un problema añadido: los fichajes no han funcionado como se esperaba.

Ninguno, ni tan siquiera el consistent­e Rakitic, ha mejorado la anterior edición de centrocamp­istas. Ni tan siquiera se han acercado al ingenio de Xavi, Iniesta y Busquets, que en términos absolutos quizá sea el mejor medio del campo de la historia. La salida de Xavi del Barcelona y las lesiones de Iniesta y Busquets han generado un efecto visible en el equipo. El Barça es más largo, ha perdido posesión y se ha vuelto más convencion­al, lo último que podía esperarse de la escuadra más singular del fútbol mundial. Y a nadie se le escapa que ahora es más vulnerable.

Busquets reapareció en Mendizorro­za y su impacto fue inmediato. Se apreció desde el primer minuto su inteligenc­ia para detectar todas las necesidade­s del equipo, su facilidad para mover el juego con el control y el pase, su callejera astucia para el amago y una personalid­ad más que probada desde que debutó con 19 años. El Barça, acostumbra­do en los últimos partidos a un inquietant­e ida y vuelta, recuperó en Mendizorro­za el control que le caracteriz­aba. Se lo concedió Busquets.

El Barça apabulló al Alavés en el primer tiempo. Lo encerró y le abrió poco a poco las costuras. La posesión alcanzó cifras casi olvidadas: el 76%, nada menos. Busquets dictó la lección con la naturalida­d que le caracteriz­a. El Alavés terminó intimidado. El Barça jugó en 50 metros y no en 100. La fatiga fue menor. Apenas se observaron errores defensivos. Y los cracks resolviero­n con la contundenc­ia de costumbre. Fue un gran Barça en la versión que más le favorece, la que respalda el gobierno de Busquets.

Se puede hablar de él como del último mohicano del cartesiani­smo blaugrana

 ?? JOSÉ RAMÓN GÓMEZ / EFE ?? Sergio Busquets pone el cuerpo para intentar taponar un golpeo de Marcos Llorente, ayer en Vitoria
JOSÉ RAMÓN GÓMEZ / EFE Sergio Busquets pone el cuerpo para intentar taponar un golpeo de Marcos Llorente, ayer en Vitoria
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