Relevo en la cúpula
El gestor debe decidir si amplía capital, insiste en la independencia o se vende
La junta extraordinaria de accionistas del Banco Popular se reúne hoy para elegir presidente al banquero Emilio Saracho, que tomará así el relevo de Ángel Ron al frente de la entidad, que deja en una delicadísima situación, en los últimos once años.
La junta extraordinaria de accionistas del Banco Popular elegirá hoy como consejero al banquero Emilio Saracho –exvicepresidente mundial de JP Morgan–, que será nombrado presidente apenas unos minutos después, en la primera reunión del nuevo consejo de administración. Emilio Saracho tomará así el relevo a Ángel Ron, presidente del Banco Popular en los últimos 11 años, que deja el banco en una delicadísima situación tras admitir pérdidas por casi 3.500 millones en el 2016 y con la acción –y el valor de la entidad– bajo mínimos.
El enésimo esfuerzo de saneamiento del banco realizado al cierre del 2016, solo medio año después de ampliar capital por 2.500 millones, puso de manifiesto el principal problema del Popular: casi diez años después del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y tras haber destinado unos 25.000 millones a limpiar el balance durante todos estos años, todavía mantiene en su balance activos improductivos por valor de unos 36.000 millones de euros.
Parece evidente que la estrategia de esperar a que el tiempo trajera la recuperación del sector y permitiera rentabilizar una inversión por tantos años ruinoconvencer sa no ha funcionado. El Popular de Ángel Ron tiene el enorme mérito de haber llegado vivo –e independiente, no como otros– hasta aquí y de haberlo hecho sin las ayudas públicas que directa o indirectamente han facilitado el mismo proceso a casi todos sus competidores. Pero ahora se ha quedado completamente exhausto.
El pasado viernes, la acción del Popular cerró en los 0,84 euros por acción. Es el banco del Ibex con peor rating por parte de las agencias de calificación de riesgos, el séptimo por valor en bolsa –apenas 3.500 millones– y sufre los embates de los bajistas por las dudas que se derivan de su escaso capital, que a duras penas cumple con los requisitos regulatorios.
Entre los analistas, hay práctica unanimidad en que la entidad solo tiene dos posibles salidas: a los accionistas de que pongan más dinero o buscar los brazos salvadores de un banco mayor. La primera opción es complicadísima. No solo porque supondría volver a apelar al mercado tras la macroampliación del pasado mes de junio –con un fuerte descuento y acrecentando las pérdidas en el valor–, sino porque nadie podría garantizar que con esta operación se resolverían los problemas del banco.
Queda la opción de buscar fuera lo que no se tiene dentro y vender la entidad. “Saracho viene de la City y tanto él como sus competidores saben que en el negocio de las pymes el Popular sigue liderando en España, con unos 1.000 millones al año. Así que es lícito pensar que el cometido del nuevo presidente no es otro que colocar el banco al mejor postor”, comenta un analista financiero.
En la presentación de resultados de hace un mes, Ron apuntó una tercera opción que despierta muchas dudas en el sector: desprenderse del riesgo inmobiliario y de algunos activos valiosos en el exterior y confiar en que amaine la tempestad y pueda mantener su independencia. Esta opción pasaría por el éxito de la operación Sunrise, por la que captaría capital a través de una nueva sociedad inmobiliaria –dotada con activos inmobiliarios por unos 6.000 millones de euros– que cotizaría en bolsa. El diseño de la operación, con la creación de esta empresa y su salida a bolsa está atascada tras meses de negociaciones con el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Según explicó Ángel Ron hace tres semanas, todo está a punto...
Habrá que verlo. Las incógnitas se empezarán a despejar a partir de hoy, aunque no todo será inmediato. “El hecho de que el resto de bancos también esté sufriendo lo suyo y todos se enfrenten a un entorno regulatorio y de coyuntura bastante incierto, no facilitan las cosas”, comenta un competidor. Comprar el Popular hoy implica desembolsar alrededor de 4.000 millones. Nadie ha dado aún el paso.
La compleja situación por la que atraviesa el sector financiero tampoco facilita las cosas al nuevo gestor Diez años después del pinchazo inmobiliario, el principal problema sigue siendo la digestión del ladrillo