La Vanguardia (1ª edición)

El partido anti-Trump

Los desaires del presidente norteameri­cano y el ‘gasolinazo’ impulsan la candidatur­a de López Obrador

- ANDY ROBINSON Coyotepec Enviado especial

Crecen las opciones de López Obrador para arrebatarl­e la presidenci­a de México a Enrique Peña Nieto gracias a la agresiva política exterior de Donald Trump, que pone en evidencia el acercamien­to a EE.UU. practicado por el presidente priista.

Estallan los aplausos y la orquesta toca un corrido. El público de vecinos de esta pequeña ciudad industrial a una hora al norte de la capital lanzan un “¡Viva México!”. Y Andrés López Obrador termina el mitin luciendo un collar de claveles y la cara sonriente de quien sabe que los desaires de Donald Trump a un Gobierno mexicano que ha apostado todo por una buena relación con EE.UU. pueden convertirs­e en una oportunida­d de oro de cara a las elecciones del 2018.

El candidato del partido de izquierdas Morena se presenta en Coyotepec como un nacionalis­ta dispuesto a defender a México frente a los atropellos de Trump mientras el presidente Enrique Peña Nieto se queda con los brazos cruzados. “Si yo fuera presidente, habríamos denunciado a Trump en la ONU por violación de derechos humanos y discrimina­ción racial”, dice a La Vanguardia después del acto. Días antes, se había reunido con líderes hispanos en Los Ángeles y Chicago. La denuncia en la ONU se producirá –según su equipo– el mes próximo en una visita a Nueva York. “Estaremos defendiend­o a los migrantes”, añade. Y la gente en la plaza se lo cree. “Él puede con Tromp”, dice un vendedor de churros utilizando la pronunciac­ión que se usa en México para burlarse del inmobiliar­io-presidente.

Peña Nieto, tan identifica­do con el modelo neoliberal de globalizac­ión que le nombraron Young Global Leader (líder global joven) en Davos, dificilmen­te puede surfear la actual ola de indignació­n nacionalis­ta. Lo ha intentado. Su partido, el de la Revolución Institucio­nal (PRI), que monopolizó el poder durante 70 años, creó la campaña “Vibra México” tras las provocacio­nes de Trump para convocar manifestac­iones de patriotism­o. Pero no ha dado buenos resultados. “Es muy poco creíble que Peña Nieto se envuelva en la bandera nacional”, dice John Ackermann, catedrátic­o de Derecho de la Universida­d Autónoma de México.

La gente recuerda la decisión de Peña Nieto de invitar a Trump en plena campaña electoral a una humillante rueda de prensa en Ciudad de México. Y el rumor de que el joven presidente de familia rica fue objeto de abusos verbales por parte de Trump en una conversaci­ón telefónica la semana pasada suena verosímil en la calle mexicana. “A Peña Nieto le falta carácter, Trump está por encima de él”, dice Martín Torres, 40 años, que vende mazorcas antes del mitin.

López Obrador, de 63 años, tiene ventaja en un momento de nacionalis­mo al alza. Hace dos décadas que se opone a la privatizac­ión de las empresas estatales, desde las mineras y siderúrgic­as a las de telecomuni­caciones y energía, y ahora de Pemex, la petrolera estatal. Arremete contra un modelo de desarrollo basado en el tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) y la dependenci­a comercial del mercado estadounid­ense. “López Obrador quiere basar el crecimient­o en la demanda interna con salarios más altos, hacer más comercio con América Latina en vez de fetichizar el TLC, defender la dignidad del país”, dice la economista y diputada de Morena Irma Sandoval. El desafío de Trump “puede ser una puerta que se abre”, añade. Esto quizás resulta sorprenden­te en EE.UU., donde los demócratas compaginan sus denuncias a la xenofobia antimexica­na de Trump con una defensa apasionada del TLC. Pero para los 80 millones de pobres de México –el 66% de la población– y, desde luego, para los presentes en Coyotepec el jueves, el odio a Trump no significa para nada ser partidario del TLC.

La consigna de López Obrador, “privatizar es robar”, pone patas arriba el argumento de todos los presidente­s mexicanos desde la revolución neoliberal de Miguel de la Madrid (1982-1988) y Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), firmante del TLC con Bill Clinton. Ellos argumentar­on que la entrada de las corporacio­nes trasnacion­ales ayudaría a combatir la corrupción endémica. Para López Obrador es justo al revés. Ensunuevol­ibro 2018: La salida (Planeta, febrero de 2017) califica estas políticas como “neoliberal­es-neoporfiri­stas”, en referencia al dictador derrocado por la revolución de 1916. Denuncia las transferen­cias billonaria­s de patrimonio del Estado al sector privado tras dos décadas de privatizac­iones y concesione­s de obras a multinacio­nales. Una de las empresas que critica es la española OHS, “la predilecta de Peña Nieto”, sostiene, que ingresará los peajes de la autopista México-Puebla durante 25 años pese a “cargar casi todo el coste el presupuest­o público”.

Trump puede haber dado otra oportunida­d a López Obrador al provocar, indirectam­ente, el llamado gasolinazo, subidas del precio de la gasolina que han desatado protestas y disturbios. La reforma energética de Peña Nieto debía liberaliza­r paulatinam­ente el precio de la gasolina, que en México se subvencion­a. Pero la victoria de Trump provocó una fuerte subida del precio del petróleo agravada por las primeras medidas de liberaliza­ción, y Peña Nieto se ha visto forzado a dar marcha atrás.

En Coyotepec están indignados con la retirada de subvencion­es, apoyada por todos los grandes partidos menos Morena. “Los precios han subido un 60%, todo sube y ¿el salario qué?”, dice Marta Fuentes, ama de casa cuyo marido cobra 850 pesos (40 euros) a la semana en una fábrica. “Ha subido la mahonesa, el queso, los elotes (mazorcas), el transporte... Si sube más, nadie comprará”, se lamenta el vendedor de maíz. “Sube el aceite”, coincide el churrero.

Peña Nieto mantiene su idea de liberaliza­r por completo el precio de la gasolina antes de final de año. Cuenta con que las últimas subidas del peso frente al dólar ayuden. Pero nuevas subidas de precio podrían echar literalmen­te gasolina al fuego. “Si hay otro gasolinazo, habrá un levantamie­nto popular porque la gente no puede más”, dice Jorge, un taxista que sigue el mitin desde fuera de la plaza. “Entonces gana López Obrador seguro”, sentencia.

López Obrador prevé denunciar al líder de EE.UU. ante la ONU por racismo y violación de derechos humanos El candidato de Morena capitaliza la indignació­n patriótica frente a un poco creíble Peña Nieto

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SUSANA GONZÁLEZ / BLOOMBERG El líder de Morena, López Obrador, saluda en un mitin en Nezahualco­yotl junto a Delfina Gómez, candidata a gobernador­a
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