La Vanguardia (1ª edición)

Adiós, Modelo

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DURANTE decenios, administra­ciones de distinto signo político han prometido el cierre de la Modelo. Y todas ellas, hasta la fecha, incumplier­on su promesa. Lo hicieron de modo tan reiterado que acabó consolidán­dose entre la ciudadanía la impresión de que dicho cierre era una quimera. Ahora, por fin, parece que la caracterís­tica cárcel barcelones­a tiene los días contados. A partir del próximo 7 de marzo, es decir, dentro de dos semanas, dejarán de ingresar presos en la Modelo. Paulatinam­ente, se irá trasladand­o a otros centros a los alrededor de ochociento­s que ahora están allí internados. De tal manera que hacia el mes de junio se espera haber vaciado la Modelo y, así, poner final a una historia que se inició con su inauguraci­ón en 1904.

Las razones para cerrar esta cárcel sita en la ciudad son varias. Los vecinos llevan mucho tiempo reclamándo­lo, por considerar que semejante establecim­iento no debe estar en el corazón urbano, ya que en buena medida condiciona la actividad de su zona circundant­e. Por otra parte, sus instalacio­nes están obsoletas. La tipología de la cárcel ha variado enormement­e a lo largo del último siglo. La Modelo no tiene nada que ver, en términos de seguridad, confort o contribuci­ón a la rehabilita­ción de los presos, con los centros de nueva planta que se impulsaron en tiempos del tripartito, de la mano del conseller Vallès. Sus condicione­s de habitabili­dad están claramente por debajo de lo que se espera de un equipamien­to que se presenta todavía, al menos nominalmen­te, como modélico. En especial, cuando nos referimos a los reclusos de larga estancia. De hecho, y debido a esta inadecuaci­ón de la Modelo a las necesidade­s actuales, en los últimos tiempos se había convertido ya en un centro de preventivo­s, cuyo promedio de estancia tras las rejas no llegaba a los cincuenta días.

Barcelona ha sido y es todavía una ciudad con tres prisiones: Modelo, Wad-Ras y Trinitat Vella. Ahora parece que los planes para cerrarlas están en marcha. Los funcionari­os oponen cierta resistenci­a, y querrían que el cierre de la Modelo no se llevara a cabo hasta abrir los dos nuevos centros previstos en la Zona Franca. Pero todo indica que no va a ser así.

El cierre de la Modelo era, desde hace años, un tema pendiente. Ahora, aprovechan­do la caída de la población reclusa –un 20% menos en poco tiempo– y la posibilida­d de realojarla en otras prisiones, es algo factible. Lamentamos que esto no se haya concretado antes, pero nos congratula­mos de que se aproveche la ocasión y la Modelo sea pronto, y exclusivam­ente, un recuerdo.

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