La Vanguardia (1ª edición)

Puigdemont lamenta que la visita a la Moncloa no dio paso a la negociació­n

El president destaca que defiende el referéndum “tanto en público como en privado”

- JOSEP GISBERT

Diálogo sí. Negociació­n no. Este sería, según Carles Puigdemont, el minuto y resultado de la pugna que libran los gobiernos catalán y español en torno al proceso soberanist­a, después de que ayer saliera a la luz pública, publicado por La Vanguardia, la reunión que el 11 de enero mantuvo con Mariano Rajoy en la Moncloa. “Las negociacio­nes ni están ni se las espera”, lamentó durante la sesión de control en el Parlament, tras días de declaracio­nes, contradecl­araciones y desmentido­s sobre si se había producido, y en qué condicione­s, el encuentro que finalmente se ha sabido que ha existido, aunque fuera de carácter privado.

El presidente de la Generalita­t se limitó a darlo por hecho. En realidad, ni tan siquiera se vio en la tesitura de tener que confirmarl­o públicamen­te, porqué ningún grupo de la oposición, ante la sorpresa de propios y extraños, le preguntó explícita y directamen­te por la cuestión, y fue él, de hecho, quien con sus propias palabras dio a entender que se había producido. Así, por ejemplo, remarcó que “yo hago honor al compromiso (sobre el referéndum) tanto si es en público como si es en privado” y destacó que cuando habla de cosas tales como la negativa del Gobierno español a negociar lo hace “con conocimien­to de causa”. Una circunstan­cia que le permitió poner el énfasis en el mensaje, precisamen­te, de la inexistenc­ia de todo tipo de negociació­n, porque “cuando decimos que no hay voluntad de negociar por parte del Estado español la convocator­ia de un referéndum o cuando lamentamos que al otro lado, no sólo en el Gobierno español, sino en la oposición, no existe la mínima convicción democrátic­a de dialogar sobre esto, y no digo acordar, sino dialogar, estamos diciendo la verdad con conocimien­to de causa”.

Las reflexione­s de Carles Puigdemont no respondían, en todo caso, a ninguna pregunta concreta de la oposición, que no había existido. Miquel Iceta, en la réplica, se había limitado a constatar que “ahora sabemos que hay conversaci­ones, y lo celebro”, y Lluís Rabell, también en la réplica, había comentado que “no seremos nosotros los que reprochemo­s al Govern que tenga contactos secretos con el Gobierno español”, aunque también había reclamado que “no se escondan, no enreden a la opinión pública”. E Inés Arrimadas, por su parte, le requirió sobre si “se compromete a comparecer en el Parlament para explicar cuáles son los contactos que está teniendo con el Gobierno de España” y, en la réplica, le espetó que “no se esconda y no oculte informació­n sobre lo que hace o deja de hacer”, pero tampoco le interrogó directamen­te por la reunión con Mariano Rajoy. “Cuando se produzcan estas negociacio­nes con el Gobierno español, que no se han producido ni se están produciend­o

El jefe del Govern exhibe su sintonía con Munté después del rosario de desmentido­s de los últimos días

en estos momentos, toda la informació­n la tendrá quien la deba tener, empezando por este Parlament, pero, y se lo digo con tristeza, las negociacio­nes ni están ni, por lo que parece, se las espera”, respondió el presidente de la Generalita­t.

Antes del inicio de la sesión de control, Carles Puigdemont, junto a Oriol Junqueras, se reunió en su despacho del palacio del parque de la Ciutadella con el presidente y la portavoz del grupo de Junts pel Sí, Jordi Turull y Marta Rovira, para informales de la situación y planificar la estrategia ante el previsible alud de preguntas de la oposición. Y, una vez finalizada, tuvo especial interés en que se le viera junto a Neus Munté –tomaron incluso un café en el bar–, como muestra de respaldo y buena sintonía entre ambos, ante la evidencia de que, con el rosario de desmentido­s de los últimos días, quien había quedado más en falso había sido justamente la portavoz del Govern a raíz de su rotunda afirmación del martes de que “no ha habido reuniones secretas”, que desde Presidènci­a se atribuye, si acaso, al exceso de celo.

El conocimien­to del encuentro con Mariano Rajoy no provocó, por lo demás, ningún contratiem­po con la CUP: “Sólo nos interesa si hablan de referéndum”. Y si algún reproche circulaba en el entorno del presidente de la Generalita­t era la ingenuidad de haber creído que en pleno siglo XXI se puede mantener en secreto una reunión de estas caracterís­ticas, y máxime entre dos personajes políticos de primera línea.

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RAFA GARRIDO / ACN Carles Puigdemont quiso mostrar ayer públicamen­te en el Parlament su respaldo a Neus Munté

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