Una investigación que llega tarde
DESPUÉS de nueve años de iniciada la crisis financiera, de los estragos que ha tenido sobre la economía y del enorme coste que ha supuesto para el erario, superior a los 75.000 millones de euros, lo que comporta una hipoteca para varias generaciones, la creación ahora de una comisión de investigación parlamentaria sobre esta llega muy tarde. Dicha comisión parlamentaria, sin embargo, es necesaria, porque el Congreso no podía pasar ya más tiempo sin dedicar la atención necesaria a esta etapa tan dura y difícil para la mayoría de los españoles, que ha provocado asimismo la recesión económica más grave que ha vivido el país desde la Guerra Civil. Dicho lo anterior, el trabajo que puedan desarrollar los parlamentarios parece que será a beneficio de la historia y de la reflexión, que siempre es importante, pero que tendrá muy probablemente escasa relevancia a efectos de exigencia de responsabilidades políticas.
En el mejor de los casos, las conclusiones que se puedan extraer de la comisión de investigación sobre la crisis financiera deberían contribuir a evitar en el futuro la repetición de los graves errores que se gestaron durante la enorme fiebre inmobiliaria que vivió este país desde el año 2000 y que arrastró al conjunto de la banca detrás de una potente ola especulativa que acabó en el 2008 con el estallido de la burbuja de unos precios que alcanzaron niveles estratosféricos.
Las múltiples comparecencias que se registrarán en el transcurso del trabajo de dicha comisión, que se espera que pueda prolongarse durante más de seis meses, pueden asimismo aportar luz sobre muchos aspectos todavía no explicados y sobre los argumentos en que se basaron algunas de las decisiones más controvertidas. Aunque el texto consensuado hace un planteamiento bastante genérico, la comisión nace con el encargo expreso de escrutar la gestión de Bankia, la mayor crisis bancaria de la historia española, y el papel de los responsables políticos y de los órganos supervisores.
El hecho de que todos los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados hayan estado de acuerdo en crear la citada comisión de investigación sobre la crisis financiera y el rescate bancario es un hecho destacable que se explica, entre otras cosas, porque ninguno espera tener nada que perder políticamente. Lo que debería pedirse al conjunto de los parlamentarios es que procuren hacer su labor con el máximo rigor para poder ofrecer a los ciudadanos no sólo reflexiones sobre la historia pasada, sino también, como hemos dicho, algunas conclusiones que puedan ser útiles para el mejor funcionamiento del sector financiero español.