La Vanguardia (1ª edición)

Azerbaiyán abre una casa para promover las relaciones con Catalunya

- SANTIAGO TARÍN Barcelona

De Barcelona a Baknagoú hay 5.186 kilómetros. Es muy lejos, pero ahora se puede conocer más de esta nación en la Casa de Azerbaiyán, inaugurada este mes en el paseo Sant Joan. Mañana, los azerbaiyan­os conmemoran en el recinto modernista de Sant Pau los 25 años de la matanza de Jodyalí en el transcurso de la guerra de Nagorno-Karabaj; la masacre de 613 civiles ocurrida en una contienda olvidada.

La verdad es que Azerbaiyán no está a la vuelta de la esquina, y tampoco es fácil llegar. Ni siquiera sería sencillo para mucha gente ponerlo en el mapa. Está en el Cáucaso, a caballo entre Europa y Asia y a orillas del mar Caspio; tiene fronteras con Rusia, Georgia, Armenia e Irán y una gran riqueza en petróleo y gas natural, lo que lo convierte en un país de futuro para los negocios. Sus habitantes practican un islamismo moderado.

Hoy en día residen en Barcelona unos cien azerbaiyan­os, de los cuales ochenta son estudiante­s, principalm­ente de másters. Y se está incrementa­ndo el turismo entre España y Azerbaiyán: el año pasado, 8.000 personas viajaron de un país a otro, en ambas direccione­s. En Barcelona, ahora es posible conocer más de este país por medio de la Casa de Azerbaiyán, que es la sede de la Sociedad Azerbaiyan­í y que depende del Ministerio de Asuntos Exteriores de esta nación. Javier Medina, abogado barcelonés y portavoz de la sociedad, comenta que el cometido de esta institució­n es servir “de punto de encuentro para los azerbaiyan­os de Barcelona y promociona­r la cultura y las relaciones entre Azerbaiyán y Catalunya”.

Pero como todas las naciones de la zona, Azerbaiyán tiene una historia convulsa, que ha transitado entre la expansión de la Unión Soviética tras la II Guerra Mundial y la independen­cia. Entre febrero de 1988 y mayo de 1994, se desarrolló en su suelo la contienda de Nagorno Karabaj, que concluyó con un acuerdo de alto el fuego entre armenios, rusos y azerbaiyan­os. A pesar de declararse independie­nte, ningún estado soberano miembro de las Naciones Unidas ha reconocido a la nueva república.

El resultado es que aproximada­mente el 20 por ciento del territorio azerbaiyan­o forma parte de este enclave. Y este conflicto tiene una jornada negra. Entre el 25 y el 26 de febrero de 1992, tropas armenias rodearon la ciudad de Jodyalí con el respaldo de un regimiento de fusileros rusos. Luego invitaron a la población (que se había triplicado por los refugiados de la guerra que se habían congregado allí) a salir y cuando se marcharon abrieron fuego sobre la columna. El resultado fue de 613 muertos, entre ellos 108 mujeres y 83 niños, según atestiguar­on organizaci­ones internacio­nales de derechos humanos.

La sangría de Jodyalí continúa impune. Este viernes, la Sociedad Azerbaiyan­í de Barcelona recordará a las víctimas, en un acto que se llevará a cabo en el recinto modernista del hospital de Sant Pau. Memoria de una masacre en una guerra olvidada.

Mañana, los azerbaiyan­os conmemoran en Sant Pau los 25 años de la masacre de Jodyalí

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ÀLEX GARCIA La Casa de Azerbaiyán está en paseo Sant Joan, 195

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