Una marea violeta contra la violencia machista
24-F La lucha contra la violencia machista abandona los despachos y se traslada a las calles y plazas de la mano de miles de ciudadanos
Se han cansado. Literal. Están hartas de palabras y más palabras, de protocolos, de reuniones, de las condenas por Twitter de los políticos, de los minutos de silencio... En definitiva, de promesas que se concretan lentamente, mientras se suceden los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Y se han echado a la calle, también literalmente, para exigir de una vez por todas que la violencia de género, esa que ha acabado con la vida de 886 mujeres en 13 años, que en el 2016 supuso una cuarta parte de los asesinatos que se cometieron en el país, y que en lo que va de año ha acabado con la vida ya de 15 mujeres (a las que hay que sumar un bebé y la hija de una de las asesinadas) y ha dejado huérfanos a seis niños.
Hablamos de las asociaciones de mujeres, de todo tipo y de toda procedencia, que han decidido tomar la iniciativa en la calle para exigir a los responsables políticos que hagan de la violencia machista una cuestión de Estado.
La marea violeta crece y se está convirtiendo en un tsunami, de la mano de unas pocas mujeres de la asociación Velaluz, que desde hace casi dos semanas protagonizan una huelga de hambre acampadas en la Puerta del Sol, escenario del 15-M, y a través de las redes sociales. Junto a ellas, centenares de ciudadanos que no cesan de gritar ¡basta ya! Lo hicieron el miércoles, lo hicieron anoche y pretenden hacerlo esta misma tarde alzando en cada convocatoria más fuerte la voz del hartazgo.
La promesa de los políticos de todos los signos de alcanzar un pacto de Estado contra la violencia de género no las ha callado. La subcomisión creada para tal fin empezó la semana pasada sus trabajos, que se prolongarán durante meses, mientras los expertos convocados explican a los diputados lo que llevan años contando en múltiples foros sobre el tema. Tampoco las ha callado la reunión urgente que el pasado miércoles convocaba la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, para intentar ofrecer alguna solución al conocerse cuatro nuevos casos en apenas unas horas. Sus interlocutores, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, y el de Justicia, Rafael Catalán, además de un “representante” del Ministerio de Educación. Los acuerdos alcanzados en ese encuentro incluyen la creación de “un órgano interministerial” y una “mesa permanente” de seguimiento para prevenir y luchar contra la violencia de género, que entre otras actuaciones se encargará de revisar los protocolos existentes y la “asignación presupuestaria” de todas las administraciones implicadas, según explicó el departamento que dirige Montserrat.
Pero estas respuestas ya no les valen a las mujeres. ¿Por qué? María Calas, miembro de una asociación de Vallecas, a la que encontramos junto a las activistas de Velaluz en la Puerta del Sol, lo explica: “Porque tras años luchando para que este problema se visibilizara, desde hace cinco años apenas sí se ha hecho nada más que recortar en la lucha contra esta lacra, reduciendo las campañas de concienciación, eliminado el trabajo educativo que se estaba haciendo en las escuelas sobre la igualdad. Porque no se trabaja de una forma coordinada para formar a todos los profesionales implicados. Porque hay jueces, profesores, policías, políticos, que siguen sin ver la gravedad de la situación, culpando a las mujeres de crear una ideología feminista que sólo quiere acabar con el hombre... Porque, en definitiva, hay muchas palabras y minutos de silencio pero escasa voluntad de acabar con este problema”, indica. A su lado, mujeres de otras asociaciones que recuerdan las palabras de Mariano Rajoy ayer mismo, que apelaba a las víctimas a llamar al 016 para ser ayudadas. “¿Esa es la solución?”, se preguntan. “No, la solución es poner el remedio para evitar lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la mujer asesinada en Santa Perpètua de Mogoda, que había denunciado tres veces a su exmarido, quien había quebrantado la orden de alejamiento y, pese a ello, no se tomaron medidas más drásticas contra él. Al final, la mató en plena calle, acuchillada”. De nada les vale el mea culpa entonado por la Fiscalía reconociendo que no habían “sabido valorar adecuadamente el riesgo que corría”. “¿De qué sirve denunciar si al final quien te tiene que proteger no lo hace?”, preguntan.
Hoy se celebra una jornada en el Congreso sobre violencia de género, organizada por las asociaciones de mujeres, en el que participarán los partidos políticos. Ayer mismo, el PSOE pedía la comparecencia de la vicepresidenta, Soraya Saenz de Santamaría, ante el sangriento inicio del año, ante las críticas del PP, que
apela a que ya se está trabajando en el pacto. Ciudadanos hacía lo propio, pero con la ministra Montserrat. En otro ámbito, mujeres juristas llevarán a cabo también un encuentro en busca de fórmulas de actuación que impidan, o al menos, dificulten, nuevos asesinatos. Todas ellas terminarán por la tarde en Sol, junto a las mujeres que demandan desde hace 14 días una mayor implicación de todos en esta lucha.
Estas movilizaciones son las avanzadillas de la gran concentración que se está preparando para el día 8 de marzo, con paro incluido. Una protesta que se extenderá por todos los continentes en busca de una respuesta contra el machismo en el siglo XXI.
Porque, como aseguran las concentradas en Sol, la violencia de género es un problema cultural que hay que abordar desde la infancia, algo que creen no se está haciendo “desde que el PP aprobó una ley educativa que eliminó de raíz la única asignatura que trataba la igualdad”. Precisamente ayer, entre las medidas que se decidieron en la reunión interministerial no hubo ninguna vinculada a la educación, aunque había un representante anónimo del Ministerio de Educación (el ministro estaba con el presidente de Argentina). Sólo mencionó este asunto el secretario de Estado Mario Garcés, que apuesta por trabajar contra el machismo desde los seis o siete años, mientras abogaba por luchar contra los micromachismos cotidianos y los estereotipos instalados en los jóvenes.
La marea violeta se extiende, al margen de las instituciones públicas y de los compromisos políticos. Las siete mujeres acampadas en Sol (una ha tenido que recibir asistencia) llevan 14 días sin comer y tienen la determinación de no hacerlo. A su lado, cada día más hombres y mujeres que exigen a los políticos un compromiso claro y único contra el machismo. Porque, indican las mujeres gallegas de Velaluz, “nos va la vida en ello”, “nos están matando”.