El frente del Tigris
El Estado Islámico cede más terreno y se repliega en el casco viejo de la capital de Nínive
El ejército iraquí se apunta una importante victoria en Mosul, el último bastión del Estado Islámico, al ocupar el aeropuerto de una base militar, que permite consolidar sus posiciones en el flanco sur de la ciudad.
Las fuerzas de seguridad iraquíes se apuntaron ayer una importante victoria en Mosul, el último bastión del Estado Islámico (EI). Ocuparon el aeropuerto y una base militar, consolidando así sus posiciones en el flanco sur de la ciudad. Los yihadistas, que en enero perdieron el control de los barrios situados al este del río Tigris, se han replegado al interior del casco viejo, donde la densa trama urbana los beneficia.
Mosul es la segunda ciudad de Irak y los milicianos del EI la conquistaron en junio del 2014 sin apenas esfuerzo. Las tropas iraquíes huyeron ante el rápido avance yihadista. Han tenido que pasar más de dos años para que Irak vuelva a tener unas fuerzas de seguridad capaces de plantar cara al EI.
Hace meses que arrancó la ofensiva para recuperar Mosul. El avance, sin embargo, ha sido muy lento. Una razón ha sido la buena defensa yihadista, pero otra, tal vez de mayor peso, ha sido la descoordinación entre las fuerzas atacantes y la desconfianza que hay entre ellas.
En la ofensiva participan unos 100.000 hombres. El peso lo llevan las fuerzas de élite del Ministerio del Interior, la policía federal y las unidades antiterroristas. Entre ellos hay militares estadounidenses e iraníes, estrategas que dan las órdenes de ataque. Los refuerzos los ponen el ejército y las milicias chiíes, mientras que los peshmergas kurdos, que tuvieron un papel destacado en las primeras semanas, durante el avance desde el flanco oriental, ahora han dado un paso atrás. Su misión es preservar el terreno capturado al este del Tigris, pero no entrar en Mosul.
La capital de Nínive es árabe, de mayoría suní. La presencia de guerrilleros kurdos y chiíes dificultaría la operación militar. Entre las 750.000 personas que siguen viviendo allí hay muchos partidarios del EI, especialmente en la ciudad vieja. Las calles son allí muy estrechas y la población vive muy apretada. Los soldados iraquíes deberán avanzar a pie porque no hay espacio para que maniobren los vehículos blindados. Los yihadistas han cavado túneles y han tendido trampas, y nadie duda de que venderán cara su piel. Ayer lo hicieron en el aeropuerto. A pesar de que la potencia de fuego de las fuerzas iraquíes era muy superior y de los bombardeos de la aviación internacional –cazas estadounidenses y británicos, sobre todo–, los yihadistas se atrincheraron en los edificios del aeropuerto y resistieron el asedio durante cuatro horas. Su único apoyo fueron los morteros que el EI disparaba desde el centro de Mosul.
Mientras caía el aeropuerto, las unidades antiterroristas se hicieron con la adyacente base de Gozlani, otra plaza estratégica para consolidar el flanco sur.
Los yihadistas combatieron con armas ligeras, morteros, coches bomba, bombas trampa y drones cargados de explosivos.
El EI pierde terreno desde hace
Estados Unidos apoya la ofensiva con aviones y estrategas militares sobre el terreno Los yihadistas reaparecen en ciudades iraquíes liberadas hace tiempo, como Ramadi
tiempo. No sólo en Irak, sino también en Siria. A la batalla de Mosul le seguirá la de Raqa, capital de facto del califato. Es muy posible que ambas plazas caigan en cuestión de meses.
Esta victoria militar, sin embargo, no significará el final del EI. Los yihadistas mantienen células activas en muchas poblaciones liberadas hace tiempo, como Ramadi y Salajudín. También tienen presencia en otras que nunca han llegado a ocupar, como Bagdad y Kirkuk. Se benefician de una población que en muchos lugares les apoya y sacan partido de la corrupción que diezma el Estado iraquí.
The Washington Post informaba ayer de las dificultades que tienen los jueces para procesar a los yihadistas. Nadie quiere testificar en su contra y de los archivos judiciales desaparecen informes y pruebas periciales. Veinte dólares bastan para comprar un pase de policía y acceder al centro de Ramadi.
Irak puede que esté ganando la batalla militar al EI, pero la está perdiendo en la retaguardia. Los yihadistas encuentran el terreno abonado para seguir reclutando jóvenes.
La reconstrucción de las ciudades apenas avanza, lo que mantiene a cientos de miles de personas desplazadas y sin futuro. Las fuerzas de seguridad iraquíes, además, se vengan con ataques despiadados en los barrios que simpatizan con el Estado Islámico.