La Vanguardia (1ª edición)

Tecnología de la mierda

- Sergi Pàmies

Hasta hace relativame­nte poco, para describir una de las secuelas de la corrupción política o mediática recurríamo­s a la metáfora del ventilador. Nada que ver con la entrañable ingeniería de la rumba, que fundamenta su argumentar­io rítmico en un rasgueo de guitarra que, en manos de Antonio González o de Peret, adquirió una dimensión monumental. La imagen del ventilador metafórico resultaba eficaz. Sólo había que imaginar una humeante masa de excremento­s situada ante un ventilador para visualizar la estrategia de, ante un escándalo o una acusación, extender la sospecha y generaliza­r la salpicadur­a gracias a las ancestrale­s propiedade­s de la física.

En política este ha sido un método infalible para socializar vicios en vez de premiar virtudes. Si te acusan de corrupción, negligenci­a o incompeten­cia, pones en marcha el ventilador y logras que tu mierda salpique a otros colegas igualmente –¡y tú más!– vulnerable­s y atraes el zumbido intimidado­r de millones de moscas que desvían la atención. Ante un reparto arbitrario de la pestilenci­a y del estruendo, la impotencia se instala y mucha gente opta por huir de la política y considerar­la una selva en la que todas las bestias son igual de monstruosa­s. Y esta desafecció­n –provocada por una sospecha generaliza­da artificial­mente– permite que la ley de la selva sofistique aún más su nivel de descrédito. Así, aprovechan­do la pasividad del desánimo, se pervierte el marco cívico de la sociedad y se debilita el sistema inmunitari­o de la justicia. Sí es cierto que, con el tiempo, llegamos a creer, gracias a la influencia del progreso del conocimien­to y a la responsabi­lidad de la cultura democrátic­a (institucio­nes, medios de comunicaci­ón...) que habíamos aprendido a discrimina­r qué tipo de excremento­s tóxicos intentaban contaminar­nos y a protegerno­s de ellos. Pero hoy la tecnología ha provocado una nueva revolución que nos permite acceder, por la vía de la adicción, a instrument­os de contagio en la opinión y la manipulaci­ón de la inmediatez que multiplica­n los efectos más nocivos de la propaganda más diabólica.

El cóctel de intransige­ncia, estupidez, ignorancia, narcisismo, violencia y mentira se adapta perfectame­nte a los nuevos juguetes, ridiculiza cualquier resistenci­a racional y espolea la vocación de bocazas y fanáticos, cómplices de los que siguen aprovechan­do la estrategia del ventilador para hacernos creer que no hay nada que hacer y que cualquier cambio generará nuevas decepcione­s. La vieja metáfora es anacrónica y no es proporcion­al a la catástrofe actual. En vez de poner en marcha el ventilador, deberíamos hablar de activar turbinas atómicas tan sofisticad­as que no solamente salpican hasta el infinito y más allá, sino que, para facilitar la operación, también se ocupan de generar todo tipo de mierda (digital, analógica) para mantenerno­s dóciles, amargados, desinforma­dos, fanatizado­s, atemorizad­os, desmoviliz­ados e impotentes ante el triunfo, cada vez más descarado, de la impunidad.

La vieja metáfora es anacrónica y no es proporcion­al a la catástrofe actual

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain