La Vanguardia (1ª edición)

Marine Le Pen usa su inmunidad de diputada y elude la justicia

Dos colaborado­res cobran del Parlamento Europeo y trabajan para el FN

- RAFAEL POCH

Marine Le Pen se niega a presentars­e ante la policía en el marco de la investigac­ión abierta por fraude al Parlamento Europeo contra dos de sus colaborado­res, su guardaespa­ldas, Thierry Légier, y su secretaria personal, Catherine Griset. Ambos trabajan duramente para la presidenta del Frente Nacional, pero, aunque sus sueldos vienen de Europa, no se les conoce labor alguna ni en Estrasburg­o ni en Bruselas.

La candidata ultraderec­hista a la presidenci­a en las elecciones de abril/mayo, estaba convocada por la investigac­ión policial el miércoles pero ha declarado que no irá, lo que es perfectame­nte legal por estar cubierta por su inmunidad de diputada.

“La justicia”, ha dicho, “no debe venir a perturbar con una investigac­ión que puede realizarse más tarde, o que podría haberse realizado antes de la campaña presidenci­al”. Para ella y sus abogados, no hay vuelta de hoja: se trata de una zancadilla política. “Que se esperen hasta junio”, ha dicho. Y por una vez, la señora Le Pen tiene razón. ¿Por qué se ha esperado ahora, a la campaña a la que concurre tan bien situada, para tirar de la manta? El tema de los empleos de sus colaborado­res se conocía desde hace tiempo. El Parlamento Europeo está repleto de chanchullo­s de ese tipo, que no tienen nada que ver con el caso Penelopega­te que salpica al candidato de la derecha (Los Republican­os) a la presidenci­a, François Fillon. En el caso de Fillon la sospecha es de empleos ficticios, una descarada manera de redondear el ingreso familiar. En lo de Le Pen, el trabajo es real, por más que el chanchullo sea evidente.

Pero este tipo de prácticas parece generaliza­do en el Parlamento Europeo. Y desde hace mucho. En los años noventa el grupo de los Verdes obligaba a sus colaborado­res, mediante un contrato secreto, a entregar una parte considerab­le de sus salarios a los partidos nacionales correspond­ientes, algo que no se aplicaba a los propios diputados. El uso político de este relajado ambiente parece evidente.

No sólo la campaña electoral francesa está presente en este tipo de investigac­iones. También la alemana, con una prueba de la oficina europea anticorrup­ción (Olaf) que afecta a un estrecho colaborado­r del expresiden­te de la institució­n, Martin Schulz, precisamen­te cuando éste comienza a funcionar bien en los sondeos alemanes contra Merkel.

Pero la pregunta en el caso francés es si toda esta agitación le va a hacer daño a Le Pen. No lo parece: de momento no ha afectado en absoluto a su intención de voto, que más bien tiende a subir ligerament­e.

Naturalmen­te, el Frente Nacional no es trigo limpio. Allí donde tiene una responsabi­lidad, ayuntamien­to o región, afloran corrupcion­es. Louis Aliot, compañero sentimenta­l de Marine Le Pen, ha cobrado durante años como asistente de la eurodiputa­da pese a vivir a 900 kilómetros de distancia, en Perpiñán.

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JEAN-PHILIPPE KSIAZEK / AFP Le Pen dio ayer un mitin en Pierrelatt­e, en el este de Francia

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