La Vanguardia (1ª edición)

Economía y referéndum

- Francesc Granell

Yo no creo, sinceramen­te, que Catalunya llegue a ser independie­nte del resto de España pues ni hay aquí el suficiente consenso sobre el particular ni hay ningún apoyo externo significat­ivo que vaya en tal dirección, pero resulta a todas luces evidente que una Catalunya que alcanzara la independen­cia debería luchar por ser una economía fuerte y competitiv­a.

Por esta razón no comprendo por qué algunos miembros del Govern de la Generalita­t defienden a capa y espada que no hay contactos con el Gobierno de España para hacer avanzar dossiers, que podrían ayudar a un diálogo constructi­vo como está recordando el delegado del Gobierno para Catalunya, Enric Millo.

Entiendo que Junts pel Sí, la CUP, otros grupos que están por el derecho a decidir –que nadie sabe muy bien lo que significa en términos prácticos– y algunos ilusionado­s por la utópica independen­cia quieran que se cumpla con los compromiso­s adquiridos con sus partidario­s respecto a celebrar un referéndum para intentar conseguir una mayoría de personas que quieran separarse de España, pero no entiendo que ello deba comportar no aceptar que hoy por hoy seguimos formando parte de España, como así ha sido desde la dominación romana y por mucho que algunos quieran adoctrinar a los indecisos respecto a que debemos separarnos del resto de España como un utópico nuevo Estado de Europa.

Y formando parte de España no podemos jugarnos nuestra realidad cotidiana dejando de participar en los cónclaves de presidente­s autonómico­s, no participan­do directamen­te en las discusione­s sobre el nuevo modelo de financiaci­ón autonómica o dejando que el Gobierno de España prefiera negociar con entidades asociativa­s catalanas antes que con el propio Govern, por la sencilla razón de que el Govern solamente quiere hablar del referéndum y de una futura independen­cia por no fiarse –probableme­nte con una cierta razón– de que el Gobierno haga concesione­s substancia­les en todas las quejas que los presidente­s Mas y Puigdemont han puesto sobre la mesa.

Todos queremos que la economía catalana vaya aún mejor de lo que ahora está yendo pero ello no se va a conseguir con manifestac­iones multitudin­arias, con desobedien­cias al Tribunal Constituci­onal ni con victimismo respecto a Madrid o desplantes al Gobierno estatal que –lo aceptemos o no de buen grado– es el que administra una parte del gasto público que está a la base del desarrollo de las infraestru­cturas necesarias para nuestro desarrollo económico y social.

Si Catalunya fuera una economía autárquica podría plantearse vivir de espaldas a Madrid o hasta despreciar al resto de España y de Europa pero, afortunada­mente, Catalunya está abierta al resto del mundo, y su articulaci­ón con él y con los organismos internacio­nales pasa por Madrid. El diálogo sensato con el Gobierno debe imponerse a la obsesión monotemáti­ca por el referéndum.

Catalunya está abierta al resto del mundo, y su articulaci­ón con él pasa por Madrid

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain