La crisis del laborismo se agudiza
EL laborismo británico no sale de la crisis en la que se halla inmerso desde que, en el 2010, el conservador David Cameron lo apartó del poder. Una situación que, con la llegada del izquierdista Jeremy Corbyn al liderazgo del partido, no sólo no tiene atisbos de enmendarse, sino que se agudiza cada día que pasa. Las elecciones parciales en dos condados el pasado jueves, con la pérdida del de Copeland, de tradicional dominio de la izquierda, no ha hecho más que aumentar el pesimismo que reina entre los socialdemócratas británicos.
Las elecciones del pasado jueves se plantearon como un test para el devenir de Corbyn. Los ambivalentes resultados, sin embargo, no aclaran el futuro en un sentido u otro. Mientras en el citado de Copeland, un distrito del norte del país y feudo laborista, el partido cosechó un claro fracaso frente al candidato conservador, en el de Stoke Central, el candidato de la izquierda se impuso a su rival, el flamante líder del UKIP, Paul Nuttall. En esta antigua ciudad industrial, con dominio del voto laborista desde 1950, el sí en el referéndum por el abandono de la Unión Europea del pasado junio arrasó con el 70% de los votos, por lo que fue bautizada como la capital del Brexit.
La derrota del UKIP, que puso todo el esfuerzo por alzarse con la victoria en Stoke, supone un fuerte varapalo para las expectativas del radicalismo británico antieuropeo. Pero el triunfo del laborismo en aquel distrito, en lugar de beneficiar a Corbyn, ha supuesto un fuerte espaldarazo para las tesis de la primera ministra, la conservadora Theresa May, que presentará su plan para negociar con la UE el próximo lunes. De hecho, su apuesta por un Brexit duro es lo que ha dado el triunfo en Copeland, al atraer a los tories el voto antieuropeo en esa circunscripción, al tiempo que ha frenado el ascenso del UKIP. Instalada en el centro del escenario político, la primera ministra puede incluso decantarse por adelantar las elecciones que le darían, según los sondeos, una cómoda victoria para gestionar una negociación con Bruselas que se augura muy dura.
El líder laborista, sin embargo, no tira la toalla. Tras los resultados electorales del jueves y después de afirmar que “debe quedar claro que asumimos el Brexit”, Corbyn ha dicho que no dimitirá y acusa a May de “vender nuestros servicios públicos y de levantar la protección de los consumidores frente a las corporaciones estadounidenses”, en un lenguaje trasnochado. Los laboristas que apoyan a Corbyn hacen responsable de la derrota de Copeland al ex primer ministro Tony Blair, que esta misma semana irrumpió en la escena política al proponer una campaña contra la pasividad de Corbyn y un sector del laborismo frente al Brexit. Por su parte, los que apoyan a Blair critican a Corbyn por alejarse de los partidarios de permanecer en la UE, incluidos algunos sectores conservadores, lo que convierte en utópico recuperar el poder.
En ese marco de división del laborismo y frente a una May que sale reforzada tras las elecciones del jueves, la negociación del Brexit con la UE se presenta sin una oposición interior fuerte. Por otro lado, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, teme que los británicos apuesten por dividir a los Veintisiete negociando con algunos países a espaldas de la Unión, otorgando ventajas de forma bilateral. Se trata de una predicción alarmante si se tiene en cuenta, además, que se está a las puertas de unas elecciones trascendentales en Holanda, Francia y Alemania.