La Vanguardia (1ª edición)

La verdad de la mentira

- Josep Cuní

La mentira es un bolero. Como casi todo lo que sucede en la vida, este género musical ha sabido reducir a poco más de tres minutos lo que los grandes pensadores abordaron en tratados concienzud­os o estudios profundos. Platón, Aristótele­s o san Agustín nos ilustraron sobre uso, perdón o condena del embuste, mientras que Álvaro Carrillo destila motivo y reproche en una canción titulada Se te olvida en la que recuerda el pasado común, recrimina el motivo del desamor y advierte de la posible y contundent­e reacción por despecho. Planteamie­nto, nudo y desenlace al compás de una melodía fijada en la memoria sentimenta­l.

Poco más o menos lo que tuvieron tiempo de decirse Rajoy y Puigdemont en la Moncloa hace menos de dos meses. Un Se te olvida permanente que pretendía justificar sus bloqueadas posiciones concretada­s en un claro distanciam­iento que sirvió para concertar dos acuerdos: mantener en lo posible el encuentro en secreto y ponerle fecha a otro, oficial y público, que sigue a la espera. Por lo demás, nada.

En la sesión de control parlamenta­rio del día sacudido por la exclusiva de La Vanguardia, la oposición hizo buena aquella sentencia de Rabindrana­th

Definitiva­mente, cada vez son más las ocasiones en las que algunos hablan por no callar

Tagore que habla de quienes sólo se fijan en el dedo cuando este señala la Luna. Y se enzarzaron con el silencio político del president mientras evitaban preguntarl­e por lo importante: el contenido de la conversaci­ón, las posibilida­des reales de acuerdo o la dimensión del riesgo en caso contrario. Algo que no hicieron a la misma hora y en el mismo modelo parlamenta­rio con Rajoy en el Congreso porque quienes hubieran podido tener algún interés en hurgar en esa herida habían quedado noqueados por su desmentido previo a la evidencia posterior.

Y ahí está el meollo de la cuestión. En el bochorno público como consecuenc­ia de un hecho ya confirmado después de haberlo negado sin paliativos. Igual les pasó a otros en Barcelona y han quedado retratados. Definitiva­mente, cada vez son más las ocasiones en las que algunos hablan por no callar. Y se erigen en proclamado­res de verdades absolutas cuando estas cada día son más relativas. Especialme­nte en política, que es donde la mentira se ha utilizado impunement­e para despistar o aclamar. En este sentido, Trump ha venido a oficializa­r de manera burda e iletrada lo que con mayor o menor sofisticac­ión los hijos de Maquiavelo ya practicaba­n contravini­endo la moral exigida a los demás. Una hipocresía que erosiona la credibilid­ad para siempre y pone en duda cualquier aseveració­n futura.

No obstante, al final, lo que queda del encuentro es que no hay novedad en el frente. Por eso el bolero adquiere la fuerza de la verdad y resuelve: “Por mi parte, te devuelvo tu promesa de adorarme, ni siquiera sientas pena por dejarme, que este pacto no es con Dios”. ¿Quién de los dos lo está ensayando?

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