Colau apela a la oposición para influir en la Generalitat y el Estado
Los grupos municipales acusan a la alcaldesa de gobernar sin atender sus propuestas
La alcaldesa de Barcelona, Ada Clau, pidió ayer a todos los grupos políticos que la ayuden a influenciar en las políticas de la Generalitat y del Estado. Argumentó que la ciudad atraviesa un momento extremadamente delicado, un difícil trance que requiere que todos trabajen a una, que todos la apoyen. La alcaldesa Colau explicó en el debate anual sobre el estado de la ciudad que las desigualdades sociales entre los barrios de la urbe no cesan de crecer, que los precios de los alquileres se disparan, las clases medias se empobrecen, la gentrificación es cada día más temible... Últimamente el catastrofismo está bien instalado en la sala Carles Pi i Sunyer. En el fondo todos se sienten cómodos. Y, a falta de medidas de gobierno concretas, los plenos municipales se están llenando con discursos y en demasiadas ocasiones con una sucesión de monólogos.
Colau también dijo en la sesión extraordinaria de ayer que ella y los suyos están haciendo todo lo posi- ble para que la ciudad supere estos cruciales momentos, que sacaron adelante el plan de barrios, que están parando más desahucios que nunca, que doblaron el número de beneficiarios de las ayudas infantiles... Pero aun así la amenaza de la gentrificación continúa creciendo sobre Barcelona. Unir las dos líneas del tranvía a través de la Diagonal no solucionará todos los problemas de la ciudad. El gobierno municipal necesita ayuda. “Está en juego el futuro de Barcelona”, subrayó
“Ahora es el momento de encontrar puntos de encuentro y no discrepancias”
la alcaldesa durante su intervención, una alocución muy poco apasionada. La verdad es que la defensa de la labor del gobierno municipal que realizó en su turno el socialista Jaume Collboni fue mucho más entusiasta que la de Colau.
La alcaldesa prefirió subrayar las responsabilidades de los otros, destacar que necesitan que Ciutadans y PP les echen una mano en Madrid y propicien que el Estado reforme la ley de Arrendamientos Urbanos, que incremente sus inversiones en transporte público, que flexibilice la ley de haciendas locales que tanto encorseta sus iniciativas... “Ahora es el momento de
encontrar puntos de encuentro y no discrepancias –prosiguió apelando la alcaldesa–, con acuerdos, diálogo y amplitud de miras. Es lo que nos pide la ciudadanía”. Porque Colau y los suyos también necesitan que los concejales del grupo Demòcrata, los que hasta ayer se hacían llamar CiU, y también los del de ERC y de la CUP, consigan quelaGeneralitat ultimesuíndice de precios de alquiler, que les permita gestionar el cien por cien de la recaudación de la tasa turística, que frene sus tendencias liberales en materia de comercio y apueste por la protección del las tiendas de proximidad...
El problema es que, tal y como vienen a decir en la película Magnolia, por mucho que corras el pasado siempre te atrapa. La oposición respondió con un buen rapapolvo. A fin de cuentas en el debate sobre el estado de la ciudad no se vota nada, no se puede acusar a ningún grupo de que su intransigencia abocará la ciudad al caos. De modo que los milagros de la aritmética variable contemplados en el pleno del mes pasado, cuando el gobierno municipal sacó adelante el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (Peuat) gracias a la complicidad de ERC y la CUP, y el plan de vivienda gracias al apoyo de los ediles de CiU y de Ciutadans, se antojaron ayer un recuerdo muy onírico. Los portavoces de todos los grupos reprocharon ayer al gobierno municipal su tendencia a hacer oídos sordos de las propuestas de la oposición, su afición a las políticas de hechos consumados, su propensión a la unilateralidad... Hasta la Síndica de Greuges, que ayer se acercó al pleno para detallar sus actuaciones durante el año pasado, criticó la lentitud del Ayuntamiento a la hora de responder a sus peticiones.
“Colau –dijo Joaquim Forn en nombre del grupo Demòcrata–, usted es una broma para los ricos, una pesadilla para las clases medias y una castigo para los desfavorecidos”. Y luego, entre otras cosas, le recordó algunos entresijos del caso Deutsche Bank. “Usted paró un proyecto empresarial que iba a crear puestos de trabajo para, según decía, construir vivienda social. Y al final allí habrá pisos que se venderán por entre seis y ocho millones de euros”. Según la portavoz de Ciutadans Carina Mejías, “a ustedes les sobra ideología y les supera la gestión. Su gobierno se caracteriza por las moratorias, las suspensiones, las trabas a los emprendedores...”.
El republicano Alfred Bosch
también pidió al gobierno una nueva actitud. “Son ustedes quienes tienen el paso cambiado, quienes se enfrentan a todo el mundo”. El popular Alberto Fernández hasta le echó en cara a la alcaldesa que no se preocupa los suficiente por los refugiados. Finalmente, María José Lecha, de la CUP, lamentó que el fenómeno BComú se haya “domesticado” tan deprisa. Sí, la sesión de ayer volvió a convertirse en una sucesión de reproches. Una vez más la parte decisoria fue muy exigua. La tendencia comienza a ser inquietante.