La Vanguardia (1ª edición)

El hombre que jamás tiene un “no” como respuesta

EL JEFE DE CONSERJERÍ­A DEL HOTEL FAIRMONT REY JUAN CARLOS I DE BARCELONA HA SIDO NOMBRADO MEJOR CONSERJE DEL PAÍS Y EN MARZO PUEDE SERLO DEL MUNDO

- ALBERT MOLINS RENTER

Christian Fons tiene 29 años, lleva 5 y medio trabajando como conserje en el hotel Fairmont Rey Juan Carlos I, y desde hace medio año es el jefe de conserjerí­a de este hotel de gran lujo de Barcelona. Además, la Asociación Española de Conserjes de Hotel Las Llaves de Oro lo acaba de nombrar mejor conserje de España. Como tal, tratará de ganar el premio de mejor conserje del mundo, que la Union Internatio­nale des Concierges d’Hotels Les Clefs d’Or otorgará en Berlín, en marzo.

Fons descubrió la conserjerí­a por casualidad. Apasionado por la geografía, la historia y los idiomas decidió que la mejor manera de dar salida a estas inquietude­s era convertirs­e en guía turístico. Unas prácticas al terminar los estudios, le llevaron al hotel Fairmont Rey Juan Carlos I,y a ejercer una profesión que hasta ese momento “no sabía ni que existía, pero la figura de esa persona sola, apartada en un mostrador, tenía un aire de misterio que me atrajo”, reconoce Fons. Empezó como portero y luego como botones y telefonist­a. “Son las personas que trabajan más estrechame­nte con el conserje, y pensé que era el mejor medio para convertirm­e en uno de ellos”, explica el jefe de los conserjes del Juan Carlos I. Extendió las prácticas, esta vez ya en la conserjerí­a, y hoy los cinco conserjes a los que lidera son los mismos que le formaron a él, lo que Fons explica con más agradecimi­ento que orgullo.

Habla cinco idiomas, y explica que cada mañana lo primero que hace es leer entre cuatro y siete periódicos. Considera que un conserje excelente es el que está bien informado, tiene muchas inquietude­s, y el que entiende que la formación continua es fundamenta­l. Pero también el que tiene don de palabra, no sufre pánico escénico y es valiente. “Cuando se acerca un cliente difícil, eso se convierte en un reto y una oportunida­d para darle la vuelta a las cosas”, dice Fons. Básicament­e su trabajo consiste en –de la forma más discreta posible– “ir más allá de lo que un cliente puede esperar del servicio que le ofrece el hotel para ofrecerle la excelencia”, explica.

Reconoce que gracias a internet, los huéspedes llegan cada vez más informados, pero que eso no resta importanci­a a su labor. “Eso nos obliga a estar al día. El cliente que llega ya es un experto, y nuestro trabajo consiste en ordenar y filtrar toda esta informació­n que ya tiene, para poder personaliz­ar al máximo su experienci­a en la ciudad. Quizás una familia ha leído que tal restaurant­e es el mejor de Barcelona, pero quizás no sabe que no es la mejor opción para ir con niños”.

De todas formas, si al final quiere ir, él les consigue mesa. Fons dice que un buen conserje vale tanto como su agenda, que es lo que le permite conseguir reserva en ese restaurant­e tan deseado. Reconoce que en Barcelona esto es especialme­nte importante, y obliga a un trabajo de relación las 24 horas del día, con los “proveedore­s”. Por eso a los conserjes de hotel se les conoce popularmen­te como “los conseguido­res”, lo que convierte su trabajo en tan “infinito como infinitas son las necesidade­s de los clientes”, dice.

Como por ejemplo la de esa pareja exigente, que pidió “en pleno mes de julio que quería cenar en un restaurant­e con terraza, buenas vistas y que además lloviera. La primera opción fue consultar la previsión meteorológ­ica, pero sólo había un 0,2% de posibilida­des de lluvia. Un conserje jamás puede decir ‘no’. Así que encontré una empresa de aspersores que recreó la lluvia y los clientes tuvieron lo que querían”.

Pero a menudo, su trabajo consiste más en solucionar problemas que en conseguir. En estos casos “lo que hay que hacer es transmitir la idea de que a partir de ese momento, el problema es tu problema”, dice el conserje. Ese fue el caso de una familia que nada más llegar un sábado explicó que habían perdido una mochila en la que estaban sus billetes de avión y sus pasaportes. Habían estado viajando en coche por toda la costa valenciana. No tenían ni idea de donde la podían haber perdido y regresaban a su país al día siguiente. “Me senté con ellos y les pedí que me explicaran cuál había sido su itinerario, con los detalles de todos los sitios en los que habían estado. Lo cotejamos todo con los datos de la tarjeta de crédito. Una vez tuve toda la informació­n, empecé a hacer llamadas y en un parking de un centro comercial de Alicante tenían la mochila. Sólo faltaba traerla. A través de contactos, conseguí que un empresa de mensajería la trajera el mismo día”, recuerda el conserje.

En opinión de Christian Fons, el conserje tiene una influencia muy alta en el grado de retorno de un cliente a un hotel. “Nuestra rutina diaria nos facilita conectar con el cliente, al que dedicamos todo el tiempo que sea necesario. Eso crea muchas conexiones y nos ayuda a crear experienci­as inolvidabl­es. La prueba más evidente es que mientras que la conserjerí­a había sido algo exclusivo de los hoteles de lujo, en Barcelona, incluso hoteles más pequeños abren servicios de conserjerí­a”.

Su trabajo consiste en, discretame­nte, ir más allá de lo que el cliente espera del servicio que le ofrece el hotel En pleno mes de julio una pareja pidió cenar en un restaurant­e con terraza y que lloviera: él lo hizo posible

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Los miembros de la asociación de las Llaves de Oro, que se creó en Cannes en 1952, llevan su emblema en las solapas de su uniforme de trabajo

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