¡Eh Macarena!
Nunca me han gustado demasiado los grandes festivales musicales. Me recuerdan a un parque temático o un restaurante de comida rápida. Consumes muchas actuaciones diferentes en pocas horas y al final de la noche te queda una sensación de vacío porque no da tiempo a que la música haga poso. Aún así, siempre acabo arrastrada a alguno. Y en estas incursiones me ha llamado la atención un fenómeno que parece ir al alza: la inclusión de grupos rumberos. El ejemplo más notable es el de Los Chichos, una de mis bandas favoritas, sea dicho de paso. En el 2015 actuaron en el Viñarock y al año siguiente aparecieron en el Primavera Sound, la meca hipster y del postureo.
La verdad es que su actuación tuvo más repercusión en los medios que en el festival. No congregaron a un gran número de público, pero su presencia fue una jugada maestra de márketing, y a ellos les ha permitido volver al circuito musical. Algo parecido ocurre ahora con otro grupo: Los del Río. Según han anunciado esta semana, el dúo sevillano tocará en el SanSan Festival de Benicàssim, un evento dedicado a la música indie española. Allí presentarán la versión tropical (sic) de La Macarena.
Los programadores venden estas incursiones rumberas –con toda la distancia que les separa, pues el estilo de Los Chichos y de Los del Río no es comparable– como una forma de ampliar la diversidad musical de sus festivales. Pero en el fondo, y a tenor de lo observado in situ, se trata más bien de introducir un grupo que el público de estos cónclaves pueda considerar “exótico” e incluso friki. Los escuchan con curiosidad, pero también con cierta arrogancia, como si fueran unos bufones. Lo dicho, la meca del postureo.