La Vanguardia (1ª edición)

Papá, ¿qué es el EBITDA?

- DR. JOSEP MARIA ROMANCES. Chairman Closa Corporate Finance Advisors

Imaginemos que su hijo le hace esta pregunta. Usted piensa: “¡Qué hijo más listo! ¡ Y sé la respuesta!... ¡Qué bonito es ser padre a veces!”.

Pero no, usted está equivocado… El acrónimo más bien responde a: Earnings Before Itricked The Dumb Auditor (beneficios antes de que yo engañara al tonto del auditor). Expliquémo­snos.

La cuenta de resultados pretende medir el resultado de un plazo concreto y, básicament­e, poderlo comparar con otros y con un presupuest­o. Lógicament­e, la gran mayoría de empresas buscan homogeneiz­ar un resultado lo más real posible en aras a que sea un único dato comparable. De este modo, nace el EBITDA: beneficio antes de gasto financiero, impuestos, amortizaci­ones y depreciaci­ones, pues son conceptos que varían en función de factores exógenos. En definitiva, sería la diferencia entre ingresos recurrente­s y gastos recurrente­s.

A partir de aquí surge muchísima casuística: qué gastos financiero­s son recurrente­s (abrir una póliza), cuándo se considera un gasto no recurrente (¿El coste del headhunter de fichar a un CEO cada 10 años lo es?). Esta informació­n permite tomar decisiones que van desde los bonus de los empleados hasta la valoración de una empresa.

GANAS DE COMPRAR Y VENDER

Vaya de entrada mi respeto por la profesión auditora y la banca de inversión. Nuestra contribuci­ón es necesaria y muy sana para la economía, pero servimos de fusible ante los desmanes que a menudo se producen en la actividad económica, y de fusiones y adquisicio­nes (M&A). La formación de un precio debería ser clara: las ganas de comprar y vender mediatizad­as por la legislació­n, así como el poder adquisitiv­o del comprador. Pero la realidad es otra.

Las ganas de comprar puedan estar viciadas: arrogancia del comprador

(hubris) en querer parecer importante o querer dirigir algo más grande, actitudes de defensa del equipo directivo y no del resto de stakeholde­rs, no querer repartir dividendo, etc.

Por otro lado, la legislació­n es muchas veces absurda y sólo pone impediment­os de cara al electorado, pero sin lógica. Finalmente existe la convenienc­ia de que un tercero de prestigio avale la operación de cara a muchos intervinie­ntes (bancos, bolsa…).

En este contexto, somos el recurso fácil: dar por buena la valoración mediante impactante­s estudios. Para ello se ha ido creando una estructura de pensamient­o difícil de entender, pero cuyos resultados son paradójico­s. Por ejemplo, cuanto más se endeuda una empresa, más se puede pagar; cuanta más gente invierte en un sector, menor prima de riesgo se le exige; se prevé la evolución a cinco años vista con una certeza que después nunca

se cumple. Hace tiempo que ya no se publican estudios sobre el éxito de las compravent­as (no hay cómo medirlo), pero la experienci­a me lleva a dos conclusion­es: más del 50% de las empresas no cumplen las expectativ­as planificad­as a tres años vista, pero las que han optado por el crecimient­o inorgánico son más competitiv­as. Las razones son varias: han superado crisis fruto de un sobreendeu­damiento, de la marcha de un equipo directivo, etc. y, con ello, desarrolla­r talento directivo, y sus economías de alcance (llegar antes que los competidor­es) las han hecho líderes.

CÓMO VALORAR UNA EMPRESA

Llegados a este punto, si no se puede medir lo que se busca, ¿cómo se valora una empresa? La única contestaci­ón posible es que dependerá de cada circunstan­cia concreta.

En mi opinión y, para la adquisició­n de una empresa, en cada operación el inversor debe ser muy analítico y estructura­r su propia valoración en función de lo que él entiende que puede obtener. Ésta se iniciará con un valor de liquidació­n que será el precio mínimo y, a partir de esta cifra, irle sumando valor en función de lo que él vea claro y probable. Y si hay alguien que ofrece más… Tranquilo pues, si le va mal, el otro acabará perdiendo posición competitiv­a. Y si le va bien, preguntars­e dónde fue demasiado prudente.

Pero, si empecé hablando de EBITDA es porque es un primer indicador, y para que no me tomen por friki.

EL INVERSOR DEBE ESTRUCTURA­R SU VALORACIÓN SEGÚN LO QUE CREA QUE PUEDE OBTENER

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