La Vanguardia (1ª edición)

Una red de carriles bici unirá toda el área metropolit­ana Abajo los muros.

El plan busca mejorar la conexión entre ciudades y aspira a contar con 414 kilómetros en el 2025

- DAVID GUERRERO Barcelona

Si se consulta la distancia sobre un mapa, cualquier ciclista que desconozca el lugar se atrevería a ir de las facultades de Zona Università­ria a Esplugues. Están al lado. Pero la realidad es más compleja, una vez subido en la bicicleta se encontrará con la Diagonal convertida de golpe en autopista B-23 y la ronda de Dalt. Un gran nudo viario que es una frontera infranquea­ble en el extremo de la ciudad.

Hasta ahora, los ayuntamien­tos eran reinos de taifas. Cada uno construía (o simplement­e planificab­a) sus carriles bici sin pensar en la continuida­d al otro lado de la calle que ya es responsabi­lidad de otro ayuntamien­to. Hay carriles bici que finalizan de manera abrupta en una gasolinera, ejes ciclistas que van por la carretera central de un municipio mientras que la ciudad de al lado ha optado por hacerlo pasar por otra calle que hay 500 metros más arriba...

El reto marcado por el Área Metropolit­ana de Barcelona (AMB) es acabar con todos los muros físicos y psicológic­os, hacer posibles las conexiones entre municipios para promover el uso de la bicicleta en los trayectos diarios. Busca dotar el espacio público de recorridos rápidos y seguros que postulen la bicicleta como un medio de transporte tan válido como cualquier otro en los desplazami­entos interurban­os de hasta ocho kilómetros o incluso algo más si es bici eléctrica.

Bajo el nombre de Bicivía, el AMB ha dibujado nueve grandes ejes para ir en bicicleta: cuatro ejes verticales que atraviesan la metrópolis de norte a sur, a lado y lado de los cursos fluviales del Llobregat y el Besòs; y cinco ejes horizontal­es, que van de este a oeste, uno de ellos por el Vallès y el resto atravesand­o la ciudad de Barcelona y la costa.

La intención con la que trabaja el vicepresid­ente de Movilidad del AMB, Antoni Poveda, es contar con 414 kilómetros de carriles bici “que permitan recorrer todo el área metropolit­ana de forma segura en el 2025”. 201 kilómetros correspond­erán a la red básica –lo que se podría comparar con autovías y autopistas– y 213 serán red secundaria –carreteras comarcales o locales, siguiendo el símil con el modelo imperante de las cuatro ruedas–. Tendrá señalizaci­ón propia y ya cuenta con su propio mapa, como si de una red de metro se tratara.

Alrededor de un 25% de la red prevista ya existe, la han ido construyen­do los ayuntamien­tos desde hace años. Ahora falta dotar al entramado de unidad y desarrolla­rlo

Durante este año se prevé la construcci­ón de 26,7 km nuevos en 17 municipios Nueve grandes ejes tejerán una red básica complement­ada por vías secundaria­s

hasta completar todo el territorio.No será ni fácil ni barato. Se calcula que puede requerir un presupuest­o de entre 60 y 65 millones de euros. La concepción estratégic­a es a ocho años vista pero la ejecución ya ha empezado.

Antes de final de año se habrán hecho realidad 24 proyectos en 17 municipios metropolit­anos. Diez de ellos ya están en proceso de construcci­ón, los 14 restantes han salido a concurso este febrero. Son la semilla de Bicivía y representa­n 26,7 kilómetros nuevos de red ciclista. Están presupuest­ados en más de cinco millones de euros, cofinancia­dos entre los ayuntamien­tos que los realizan y el organismo metropolit­ano, que subvencion­a hasta 200.000 euros de cada obra y se encarga de asesorar en la redacción de los proyectos para dotar a la red de estándares de calidad comunes.

Entre las obras se encuentran varias que son fundamenta­les para la conexión de municipios si se quiere crear una red que una 36 poblacione­s. La más emblemátic­a es la conexión de la Diagonal de Barcelona con la avenida dels Països Catalans de Esplugues. La gran envergadur­a de dicha actuación –cuya finalizaci­ón está prevista para antes del verano– hace que se desarrolle fuera del paquete de subvencion­es, en el que sí que han entrado la implantaci­ón de otros dos carriles bici para enlazar esa nueva vía con el centro de Esplugues.

Siguiendo el mismo estilo está prevista la implantaci­ón de un eje central para facilitar la conexión en bici de Sant Adrià de Besòs con Montgat a través de un carril de cerca de dos kilómetros que cruza Badalona. En Sant Cugat se construirá­n 2,7 km en la carretera que lleva a Rubí y el puente entre Santa Coloma de Gramenet y la Trinitat de Barcelona también mejorará.

La conexión de municipios busca facilitar la movilidad laboral diaria para promover el uso de la bicicleta en los desplazami­entos al trabajo. Con este fin se unirá el paseo de la Zona Franca con la calle A de dicho polígono, rompiendo otro de esos muros derivados del paso de la ronda Litoral que hacen totalmente imposible el paso de ciclistas de forma segura en ese tramo. La Zona Franca también se conectará con l’Hospitalet a través de la avenida Joan Carles I en la zona de Fira Gran Via. La intención durante los próximos años es construir más carriles bici hasta los polígonos industrial­es, un espacio en el que los ciclistas se ponen en peligro entre los camiones que circulan por la calzada y cuyas aceras se encuentran, en muchos casos, tomadas por los coches que aparcan encima de las aceras con total impunidad.

Una tercera prioridad del programa de actuacione­s es facilitar la interconex­ión entre diferentes medios de transporte. Es el caso de la obra prevista en Sant Feliu de Llobregat, donde se pretende construir un carril bici que permita ir de la estación de Rodalies a la del tranvía.

La oficina técnica que se encarga del desarrollo de la red Bicivía está liderada por el jefe de servicios de proyectos de movilidad del área de espacio público del AMB, Xavier Nogués, y Sílvia Casorrán, de movilidad sostenible. “Para conseguir el cambio modal las conexiones deben ser directas y consensuad­as”,

Las actuacione­s están financiada­s a medias por los ayuntamien­tos y el Área Metropolit­ana La red ciclista busca solidez para convencer a conductore­s que se planteen dejar el coche

explica Nogués. La coordinaci­ón entre los responsabl­es de espacio público, los de movilidad y los municipios implicados no es fácil pero se antoja fundamenta­l si quieren alcanzar el éxito. Casorrán apunta que “hay casos en los que no queda más remedio que eliminar aparcamien­to o carriles de circulació­n y eso aún genera muchos miedos”.

El AMB ya está trabajando en la convocator­ia de una nueva línea de subvencion­es para que los ayuntamien­tos envíen propuestas de los carriles bici que quieren construir el año que viene. Más allá de la bicicleta, buscan la manera de mejorar el servicio de transporte público. La idea, según Poveda, es “ofrecer alternativ­as fiables, seguras y rápidas a los ciudadanos” para cuando llegue el temido día en el que las restriccio­nes de circulació­n por contaminac­ión impidan coger el coche. Cada uno de los ciudadanos que haya cambiado sus hábitos antes por iniciativa propia será un indignado menos.

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INMA SAINZ DE BARANDA Un carril bici en Esplugues romperá la frontera que ha separado durante años a Barcelona y el Baix Llobregat
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FUENTE: Àrea Metropolit­ana de Barcelona
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AMB Modelo de la señalizaci­ón que indicará el recorrido de la Bicivía

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