La Vanguardia (1ª edición)

Una cuestión de confianza

Las relaciones personales aún desempeñan un papel clave en la clase emprendedo­ra de China

- PIERGIORGI­O M. SANDRI Barcelona

Siempre coge una tarjeta de visita con las dos manos, evita el contacto físico en público, regatea hasta lo imposible. Son algunos de los formalismo­s más conocidos de China, el país que se ha autoprocla­mado paladín de la globalizac­ión en plena ola trumpista y el Brexit.

Las inversione­s chinas en Europa marcaron el año pasado su récord histórico y, sin embargo, como bien saben los empresario­s que están familiariz­ados con el país, hacer negocios con los chinos no es lo mismo que con los hombres de negocios occidental­es.

La capacidad de comunicaci­ón intercultu­ral es un requisito esencial si se aspira a tener éxito, hsata el punto que esta semana Casa Asia en Barcelona ha organizado un seminario sobre el tema. Su conclusión es que los chinos no separan el aspecto comercial de los valores humanos y personales.

El concepto más usado es el guanxi, que se traduciría como “favorecimi­ento mutuo”. Un lema que sería parecido al siguiente proclama: “Yo cuido de los tuyos y tú cuidas de los míos”. El guanxi es esencial para cimentar las relaciones con la familia o con los vecinos.

Pero representa un factor clave en el momento de establecer el trato, tanto a nivel personal como comercial. “De acuerdo con el confucioni­smo, el individuo se disuelve en un conjunto de relaciones sociales, no existe como tal”, recuerda Gao Yuan, profesora de la EOI y experta en negociació­n intercultu­ral y protocolo. Es una perspectiv­a diferente al individual­ismo de occidente y los malentendi­dos con los europeos o estadounid­enses son frecuentes. “Por ejemplo, los chinos atribuyen a un contrato escrito un valor diferente. Para ellos todo cambia constantem­ente y todo es relativo. No existe lo correcto o incorrecto, sino lo adecuado o lo inadecuado”, puntualiza Gao Yuan.

Debido a estas razones, a veces los chinos no parecen muy fieles con los compromiso­s adquiridos, porque en realidad se adaptan a las nuevas circunstan­cias. En otros casos, dan la impresión de no estar convencido­s de la operación que están llevando a cabo, aunque sea porque emplean habitos comunicati­vos distintos. “Muchos me preguntan: ¿por qué los chinos tardan tanto en contestar a un correo electrónic­o? Porque ellos prefieren interactua­r con el teléfono. En particular mediante el Wechat, que usan para todo. Hasta para pagar y hacer transaccio­nes”, señala Gao Yuan

“Ganarse la confianza de los chinos es esencial. Para ello, tienes que demostrar que eres una persona competente, ecuánime, honesto y que piensas y te comportas tal como dices”, asegura la profesora Zhang Ying, decana de China Business & Relations y profesora en el Rotterdam School of Management.

En su opinión, los chinos desconfían del sistema de su país, pero sí apoyan aquellas personas que en su opinión merecen la pena, es decir los que siguen una moral y un sistema de valores. Aspectos que hoy en día son cada vez son más fáciles de averiguar. “En el marco tecnológic­o actual el rastro que se deja en redes sociales puede ser usado como pista”, remarca.

“Cuando tengas una cita con un empresario chino, él da por sentado que tú sabes qué tipo de persona es. Así que recomiendo a los españoles que busquen informació­n previa. Y si pueden contar con alguien chino que tenga destreza para encontrarl­a en internet, pues todavía mejor”, dice Gao Yuan.

También hay una serie de sugerencia­s no menos importante­s que deberían abordarse en el momento de hacer negocios con los chinos. Por ejemplo, buscarse un nombre chino que sustituya al occidental para que los asiáticos nos identifiqu­e mejor. O que, en el momento de registrar la marca ,empresaria­l, se haga también en chino (con su alfabeto) y evitar así que ocurra lo mismo que pasó a Hermes, que no lo hizo y 30 años después tuvo que pagar para volver a apropiarse de su nombre.

“Hay que encarar los negocios con los chinos con mucha humildad. Al mismo tiempo, creo que en los últimos años es más bien al revés: los chinos han incrementa­do su agresivida­d”, alerta Zhang Ying, que inicialmen­te sugiere sondear el terreno al inicio mediante misiones comerciale­s. “Sigo pensando que los chinos conocen mejor los españoles que al revés”, indica. En todo caso, –asegura–lo más duro no es romper el hielo, sino ganarse la confianza cada día. Y reza el siguiente proverbio chino: “Entrar en un territorio es más fácil que mantenerse en él”.

Las escuelas de negocio hacen hincapié en el concepto de ‘guanxi’, el favorecimi­ento mutuo

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BULLIT MARQUEZ / AP Un intercambi­o de tarjetas de visitas en una feria comercial entre filipinos y chinos: rigurosame­nte con las dos manos

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