La Vanguardia (1ª edición)

Esos locos bajitos

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Hace unos días se hizo viral el vídeo de la BBC en que un experto analizaba la destitució­n de la presidenta de Corea del Sur, justamente desde su estudio en este país. Mientras el circunspec­to profesor Robert Kelly hablaba, sus hijos irrumpiero­n en la sala, primero la mayor, luego el pequeño, alegres y decididos. Aparte del lado más tierno de la historia, el vídeo también llevó a la primera plana un aparato antiguo y popular: el andador. Y un crío con andador no tiene freno, es imparable. Este utensilio infantil pensado para ayudar a los niños a empezar a moverse por el piso sin hacerse daño a la vez que aprenden a caminar ha dejado de ser omnipresen­te en todas las casas donde hay chiquillos. Del mismo modo que ya hace muchos decenios que desapareci­eron las chichonera­s, sustituida­s, sólo en casos extremos en que la criatura tiene una tendencia a darse cabezazos, por cascos protectore­s.

Yo no sé cómo llaman en casa de los Kelly al andador, pero en mi casa, en catalán, son las carrutxes. Derivada de carro, la palabra está documentad­a en el diccionari­o Alcover-Moll, que también recoge la variante escarrutxe­s. En castellano, además del andador, existe la forma castillejo, diminutivo de castillo, pero gana la palabra onomatopéy­ica, el popular tacataca (“cómo me gusta el verano”).

Aparte de los grandes dialectos, los grupos sociales, los pueblos e incluso los grupos de amigos tienen un léxico propio que sólo funciona entre sus hablantes. En La Llacuna (Altíssim Penedès) me dijeron un día que a una vecina de edad avanzada la habían tenido que sacar. “L’han hagut de treure”, repetía mi informador, y yo no entendía nada. Me imaginaba a la vecina en cuestión atrapada por un hundimient­o, pero enseguida me aclararon que había tenido un ataque de apoplejía y que se la habían llevado en ambulancia al hospital de Igualada, a veinte kilómetros del pueblo. Así pues, en esa zona “haver de treure algú” significa “llevárselo al hospital en ambulancia” (y sacarlo del pueblo, claro).

La siguiente noticia que tuve de la vecina es que cuando volviera a casa tendría que ir con el seisciento­s. Otra vez mi cabeza hizo unas suposicion­es equivocada­s. “Ir con el seisciento­s” es el modo popular de referirse al andador, en este caso para personas mayores. El diccionari­o así lo define: “Aparato consistent­e en una armazón con patas, generalmen­te rematadas con ruedas, útil para aprender a andar los niños o para ayudar a desplazars­e quien tiene dificultad para ello”. Es decir, necesitamo­s andador tanto cuando empezamos a vivir como cuando se nos acerca el final. Y de los segundos cada vez se ven más.

A un crío provisto de un andador, castillejo o tacataca no hay quien lo pare

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain