La tele que queremos
En una reunión de trabajo con una televisión privada en Madrid, la semana pasada, una persona que ostenta un cargo importante me preguntó por la situación actual de TV3. Esta persona estaba perpleja e interesada por el hecho de que una televisión que había sido líder indiscutible tanto tiempo (no sólo en audiencia sino también en calidad y modernidad) ahora estuviera pasando por un momento tan delicado. Me reconoció que siempre se habían mirado lo que se hacía aquí porque TV3 era un modelo de referencia. Desgraciadamente, esta conversación es, en los últimos tiempos, muy habitual.
Hace pocos días, el Consell de Govern de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals nombró a Vicent Sanchis como nuevo director de TV3. Personalmente, creo que tiene un gran reto por delante y muy poco tiempo para tomar decisiones importantes. La televisión no tiene tiempo ni el sector tampoco.
Desde PROA (Productors Audiovisuals Federats) hemos priorizado en los últimos tiempos dar la voz de alerta en que había que proteger sobre todo nuestra televisión pública. Hace un par de años hicimos en solitario el manifiesto Salvem la producció independient. Salvem TV3 y el mes pasado lideramos el manifiesto Més TV3, esta vez acompañados por la inmensa mayoría del sector audiovisual. Y lo hicimos porque veíamos cómo se iban recortando constantemente las inversiones en contenidos. Y, en la mayoría de los casos, en los contenidos que hemos hecho históricamente las productoras. Desde el 2010 hasta el 2016 este recorte ha sido de más del 50%. Y, además, sabemos que en televisión las tendencias son largas y muy complicadas de revertir.
¿Y qué es una televisión sin buenos contenidos? ¿Sabéis que, precisamente ahora, en todo el mundo de la comunicación se dice que “el contenido es el rey”? Las grandes empresas mediáticas están dedicando todos los recursos.
El público sabe perfectamente qué quiere ver y la competencia cada vez es más feroz. Hay producto audiovisual en todas las pantallas de la casa, ya sea en la pared, en la mesa o incluso en el bolsillo. Lo podemos consumir en directo, en horarios establecidos o cuando queramos. Pero nadie nos puede ofrecer proximidad, lengua y cultura como lo ha hecho y tiene que seguir haciendo TV3. Ante todos estos retos sólo podemos hacer una cosa; ponernos al día y recuperar el tiempo perdido con urgencia. Hay talento, hay ideas y una industria capaz de hacerlo. Es absolutamente necesario que se cambie la tendencia y volvamos a hacer de TV3 aquella televisión que conocen en todo el mundo y que la competencia quiere copiar. Nadie hablará de nosotros si no lo hacemos nosotros mismos.
Es imprescindible una hoja de ruta profesionalizada y actualizada y dotarlo de los recursos necesarios. De paso diremos que no tienen por qué salir del presupuesto del Gobierno. Hay alternativas. Sólo pedimos voluntad política.