La incorporación del ministro de Defensa da consistencia a Macron
Jean-Yves Le Drian, contra la peregrina idea de un servicio militar de un mes
El presidenciable favorito de Francia tiene un enemigo: su inconsistencia. Emmanuel Macron calificó hace unos días de “isla” a la Guayana francesa y en el debate entre candidatos se mostraba de acuerdo con sus rivales, a veces con los de la izquierda, a veces con los de la derecha, e incluso una vez dio la razón a la ultraderechista Marine Le Pen.
Pero todo eso no es nada al lado del programa de defensa del candidato, expuesto la semana pasada. Restablecer el servicio militar, a razón de 600.000 hombres y mujeres al año. Pero un servicio militar de... un mes. En los ejércitos la propuesta ha fundido los plomos.
Esta especie de masivas colonias estivales anuales salen por un Congo: entre 2.000 y 3.000 millones al año; es decir la mitad del presupuesto para armas nucleares. Como la mayoría de los candidatos, Macron quiere incrementar el gasto en defensa hasta el 2% del PIB, como manda la disciplina atlantista. También promueve la carísima idea de construir un segundo portaviones, pero lo del mini servicio militar lo supera todo.
En ese contexto se ha recibido con alivio la noticia de la incorporación del actual ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, a su movimiento ¡En Marcha! Le Drian pasa por ser un hombre serio, capaz de disuadir a Macron de su peregrina idea.
El servicio militar nacional fue abolido en Francia en 1997, en beneficio del ejército de voluntarios pagados habitual en occidente. La idea de restablecerlo es popular como medio para “educar” a la juventud cada vez más torcida de las periferias urbanas, apartarla de la droga y de las tentaciones identitarias poco patrióticas, pero Le Drian piensa más bien en un refuerzo del llamado “servicio cívico”, un voluntariado mucho más barato abierto a jóvenes de entre 16 y 25 años enfocado a trabajos asistenciales o de interés general.
La incorporación de Le Drian, consolida la posición de Macron, que desde el debate entre candidatos muchos criticaron por vacía. Desde la alianza con el veterano político centrista François Bayrou, otro peso pesado, esta incorporación es la más significativa para Macron. Seguirán otras. Parece que el ex primer ministro de Jacques Chirac, Dominique de Villepin, que también fue su más prestigioso ministro de Asuntos Exteriores gracias al discurso contra la guerra de Irak en la ONU, se dispone asimismo a sumarse a Macron. Pero De Villepin es del partido conservador, mientras que Le Drian es uno de los más fieles colaboradores del presidente François Hollande.
Esa circunstancia recuerda la terrible pinza a la que está siendo sometido el candidato oficial del Partido Socialista, Benoît Hamon.
“No me esperaba tantas traiciones”, dijo Hamon el sábado al co- nocer la deserción de Le Drian al campo de Macron. Y eso no es lo peor.
Mientras parte del fragmentado Partido Socialista tira hacia Macron, cuya oferta es más bien de centro derecha, cobra fuerza la alternativa de izquierdas que compite con Hamon, la del tribuno republicano ecologista JeanLuc Mélenchon. Su intención de voto ya supera a la de propia de Hamon y seguramente atraerá a segmentos considerables del Partido Socialista.
Los mítines de Mélenchon, el último en Rennes ante 10.000 personas y varios miles fuera del recinto cubierto por falta de lugar, confirman un vector en alza. “En la izquierda, el voto útil está emigrando
El candidato socialista, Benoît Hamon, debilitado por la pinza que sufre con Mélenchon y Macron
hacia Mélenchon”, observa un miembro de la ejecutiva socialista que prefiere no dar su nombre.
A menos de treinta días de la primera vuelta del 23 de abril, mucho tendría que cambiar para que Mélenchon o Hamon lograran pasar a la segunda vuelta. Cuando un 47% de los electores aún declaran que no saben a quién votarán o ni siquiera si votarán, quizá aún haya espacio para los milagros.
“El pueblo francés está muy politizado y apenas está entrando en estas elecciones; la gente reflexiona”, dijo el viernes Mélenchon. Pero para estos candidatos lo que está en juego no es sólo la improbable segunda vuelta. Se trata también, y quizá sobre todo, de ganar peso en la recomposición política que se está produciendo en Francia y que se plasmará en las legislativas de junio.