De los skates a los patinetes eléctricos
En el 2005 Barcelona era una de las mecas planetarias de skaters y grafiteros. Las estrellas del skate acudían a la plaza de los Àngels a grabar, con el Macba al fondo, los vídeos promocionales de sus patrocinadores. Miles de jóvenes trataban luego de emular sus piruetas. Algunos procedían de otras ciudades y pasaban una temporada en el Raval. Barcelona superó a San Francisco como destino turístico skater. La ciudad también se convirtió en punto de encuentro de grafiteros de todo el mundo. Su preocupación no era la policía, sino que otros pintaran encima de sus obras antes de que terminara el día. Muchos ciudadanos se hartaron de que les atropellaran, de que les pintarrajearan la puerta de su finca. El asunto protagonizó un intenso debate ciudadano. Pero aquella indignación vecinal que legitimó la nueva ordenanza no se reflejó en las sanciones tramitadas. El 2007 fue el año en que más multas se pusieron a skaters y grafiteros en virtud del nuevo texto: 299 y 456 de 103.594.Y ello a pesar de que la dura norma: en teoría en Barcelona está prohibido que los niños pinten el suelo con tiza para jugar al tejo. La multa puede ser de 750 euros. Ahora los peatones se indignan con los
segways, los patinetes eléctricos y demás ingenios que entretienen a tantos turistas con ganas de paella y sangría. Ahora Barce- lona es una meca más convencional, menos alternativa. Y los patinadores ya no despiertan aquella indignación. Se concentran en plazas conquistadas, como la del Macba, y algunos skateparks. Y la ciudad está más pintarrajeada que nunca. Ahora los grafiteros pintan mucho más deprisa. Al menos se multiplicaron los muros pactados, donde se puede pintar de un modo legal.