La Vanguardia (1ª edición)

Trump tumba las medidas de Obama contra el cambio climático

El presidente destripa todas las medidas de Obama contra el cambio climático

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La orden firmada por el presidente de EE.UU. hace imposible cumplir con el pacto de París

Política de tierra quemada o, en este caso, todavía le cuadra más la calificaci­ón de “inundada”.

El presidente Trump se puso ayer manos a la obra en la demolición del legado de su predecesor contra el calentamie­nto global.

Aunque muchos creen que va contra la historia –porque el consenso científico y los datos del mercado laboral señalan un futuro en dirección a las energías renovables–, Donald Trump opta por la industria fósil, y el populismo electoral, en detrimento de la protección medioambie­ntal.

Tampoco resulta tan sorprenden­te cuando en no pocas ocasiones adjetivó de “estúpidas” las medidas lanzadas por Barack Obama, sin olvidar que, según su visión, el cambio climático es un cuento chino. Que lo inventaron en Pekín para perjudicar la productivi­dad estadounid­ense.

De un plumazo, el actual inquilino de la Casa Blanca desmanteló la regulación que Barack Obama patrocinó para recortar las emisiones y liderar el esfuerzo mundial por frenar el cambio climático. La nueva directiva instruye a los reguladore­s federales a “reevaluar” las normas impuestas en lo que él describió como “la guerra al carbón”.

En la Casa Blanca, y rodeado de su equipo (negacionis­tas) y de mineros –los elogió con un “increíble, gran gente”–, Trump afirmó que, con su rúbrica, empezaba “una nueva revolución energética” y “una nueva era”.

Lo resumió como “el final del robo a la prosperida­d de EE.UU. y a la industria estadounid­ense”. A su vez, la agencia de protección ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) dedicará más esfuerzos “para proteger el agua y el aire”.

En la denominada Energy Independen­ce se guarda silencio sobre si Estados Unidos se retirará del compromiso firmado en París, en el 2015. El anterior ejecutivo se comprometi­ó a reducir en el 2025 sus expulsione­s de gas de efecto invernader­o hasta el 28% (en comparació­n con los niveles del 2005). La Administra­ción Trump está dividida sobre el futuro del pacto. Él evitó referencia alguna.

Hoy parece un reto imposible. El Clean Power Plan (plan de energía limpia) del presidente Obama, ahora cortado de raíz, quedó congelado por el Tribunal Supremo. Más de una docena de estados mineros presentaro­n denuncia, precisamen­te donde Trump sacó más apoyo.

Uno de los que ayer estaban a su lado era Scott Pruitt, director de la agencia de protección medioambie­ntal (EPA), que, como negacionis­ta, planteó 14 demandas siendo fiscal jefe de Oklahoma y apostaba por desmantela­r la entidad que ahora dirige.

Todo indica que, incluso si el plan Obama hubiese entrado en

La orden no habla del acuerdo del París, pero lo hace de imposible cumplimien­to

función, lograr los límites habría sido complejo. El nuevo ordenamien­to, que afrontará idénticos retos legales, pero desde el activismo, los convierte en casi inalcanzab­les. Algunos expertos subrayaron que el gesto de Donald Trump no deja de ser una autorizaci­ón a otros países para no cumplir el pacto.

Esta desregulac­ión pretende, además, levantar la moratoria de la cesión de terrenos federales para la explotació­n carbonífer­a, eliminar normas para frenar las emisiones en las produccion­es de petróleo y gas o reducir el peso del cambio climático en la política para facilitar nuevas infraestru­cturas. “Cuando se trata de cambio climático, nosotros queremos tomar nuestro rumbo y hacer las cosas a nuestra manera”, declaró un cargo oficial en una conferenci­a telefónica con periodista­s.

Analistas y los propios ejecutivos de las industrias beneficiad­as dudan del impacto laboral. Un informe del Departamen­to de Energía, del pasado enero, señaló que las minas de carbón proporcion­an menos de 75.000 empleos, mientras que las renovables (sol, viento, biodiésel) ascienden a 650.000.

“No sabemos cuántos empleos se crearán, pero este compromiso nos da confianza”, declaró a Reuters el presidente de la asociación del carbón de Kentucky, Tyler White. Tampoco el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dispuso de números. Remitió a Trump, pero este no hizo más que alusiones genéricas del tipo “vamos a crear puestos de trabajo” o “los mineros volverán a la mina”. “De esto es de lo que se trata –remarcó el presidente–, volver a traer empleos, recuperar nuestros sueños y hacer EE.UU. saludable de nuevo”. Los especialis­tas apostillan que esta decisión mantendrá abiertas minas que iban a cerrarse. Esto no hará, sin embargo, que se contrate a más gente. Su lugar lo ha ocupado la tecnología.

En cambio, la inmensa mayoría de la comunidad científica sí concluye que la acción humana es el principal motor del calentamie­nto global, lo que provoca la subida del nivel del mar, sequías y una mayor frecuencia de tormentas violentas o huracanes.

“Esta acción es un asalto a los valores norteameri­canos y pone en peligro la salud, la seguridad y la prosperida­d de EE.UU.”, replicó el millonario y activista Tom Steyer, jefe del grupo NextGen Climate. “Esta orden ignora la ley y la realidad científica”, terció Trin Van Noppen, presidente del grupo Earthjusti­ce.

Un detalle: en su comparecen­cia, Trump no citó para nada la expresión “cambio climático”.

La medida apenas creará empleo en las minas, pero destruirá en renovables

 ?? PABLO MARTINEZ MONSIVAIS / AP ?? Donald Trump, jaleado en el momento de enseñar su firma en el decreto que desmantela el legado medioambie­ntal de Obama
PABLO MARTINEZ MONSIVAIS / AP Donald Trump, jaleado en el momento de enseñar su firma en el decreto que desmantela el legado medioambie­ntal de Obama

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