El G-7 de la cultura
Florencia albergará por primera vez un G-7 de los ministros de Cultura
Florencia acoge la primera reunión de ministros de Cultura de los siete países más desarrollados, una cumbre que nace a imitación de las que tienen como eje la economía o las relaciones internacionales, y que ha propuesto la creación de unos cascos azules destinados a proteger los bienes culturales en los países en guerra.
Italia quiere asumir el liderazgo en la promoción de la cultura y la conservación del patrimonio como factores centrales de la diplomacia multilateral en foros como las Naciones Unidas o el G-7. Con esta filosofía, el Gobierno de Paolo Gentiloni ha organizado en Florencia, el jueves y el viernes de esta semana, la primera reunión de los ministros de Cultura de los siete países más industrializados (Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia).
Desde que se creó el G-7, hace más de cuarenta años, son habituales los encuentros de los titulares de Asuntos Exteriores y de Finanzas de este exclusivo club para preparar las cumbres de los jefes de Estado y de Gobierno. Italia, que será la anfitriona este año en la cumbre de finales de mayo en Taormina (Sicilia), ha querido ampliar las reuniones preparatorias a los responsables de Cultura porque considera que su ámbito de responsabilidad es un instrumento esencial para el diálogo entre los pueblos. Se pensó que Florencia era un escenario ideal. Están invitados también el comisario de Cultura de la UE y la secretaria general de la Unesco.
Se espera que de la reunión salga una declaración final en la que los siete grandes reafirmen su voluntad de preservar el patrimonio cultural de la humanidad, de colaborar entre ellos para este objetivo y de ayudar a reparar los daños causados por las catástrofes naturales, las guerras, terrorismo y el tráfico ilícito de bienes culturales.
El G-7 de cultura se enmarca en un esfuerzo más amplio que se plasmó, el viernes pasado, en Nueva York, con la adopción de una histórica resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, la 2437, auspiciada por Italia y Francia, en la que se menciona por su nombre la actividad destructora del Estado Islámico (EI) en los territorios que ocupa y de las milicias asociadas a Al Qaeda y otros grupos islámicos radicales, que no sólo han devastado monumentos como los de Palmira, por razones de fanatismo religioso, sino que han comerciado ilegalmente con restos arqueológicos fruto del saqueo para financiarse y comprar armas.
En su apartado número 19, la resolución afirma que las operaciones de mantenimiento de la paz decretadas por el Consejo de Seguridad pueden incluir la protección de patrimonio cultural para que no sea destruido, para que no se realicen excavaciones ilegales y para evitar el saqueo y la venta ilícita. Se trata, pues, de crear unos verdaderos cascos azules (soldados de la ONU) dedicados a la preservación cultural. El ministro italiano del ramo, Dario Franceschini, lanzó la idea de estos cascos azules en una entrevista a The Guardian, en marzo del 2015, y luego Matteo Renzi la reiteró ante la Asamblea General de la ONU, meses después. La Unesco recogió el guante e instó a todos los Estados miembros a crear una unidad especial, una task force, que pueda ser enviada en tiempo breve a cualquier zona del mundo si es requerida. Italia, para dar ejemplo, ya ha constituido tal unidad.
El Gobierno italiano y el Ayuntamiento de Florencia han querido dar un especial realce a la reunión del G-7. Ayer convocaron en Roma, en la sede de los corresponsales extranjeros, una conferencia de prensa. En la capital toscana los asistentes serán agasajados con un concierto en el Palacio Viejo bajo la dirección de Riccardo Muti.
El viernes tendrá lugar un debate en el que tomarán la palabra el presidente de la fundación de la Bienal de Venecia, el director ejecutivo del British Council, el presidente del Centro Pompidou y el principal comisario del Museo de Arte Contemporáneo de Tokio, entre otros. Entre los argumentos de discusión figura el papel de la cultura en el contexto de la crisis del sistema geopolítico mundial y su posible función como contrapeso de los nuevos populismos y nacionalismos que emergen.
El G-7 se verá precedido de una reunión más técnica sobre la tutela del patrimonio cultural, a nivel de policía, en la que asistirán representantes de Interpol. El ministro Franceschini destacó la vasta experiencia italiana en este terreno, por ejemplo de los carabineros, que han debido enfrentarse a robos de naturaleza mafiosa, falsificaciones y todo tipo de delitos. Italia también se está especializando, obligada por las circunstancias, en la preservación de patrimonio cultural después de catástrofes naturales, sobre todo terremotos. De ahí que vaya a crearse en breve una unidad específica, dentro de la Protección Civil. Según Franceschini, los bomberos italianos han desarrollado técnicas para salvar obras de arte en edificios semiderruidos, unas habilidades que pudieron ponerse en práctica en los últimos seísmos de los Abruzos.
En la reunión se debatirá si la cultura puede contrarrestar la actual ola populista y nacionalista