La Vanguardia (1ª edición)

“La autoridad soy yo”

- ENRIC JULIANA

“En este momento, la única autoridad soy yo”, dijo Verónica Pérez la tarde del 29 de septiembre del 2016 frente a la sede central del PSOE en la calle Ferraz de Madrid. Menuda y enérgica, la secretaria general del partido en Sevilla, militante de las Juventudes Socialista­s desde los catorce años, apenas lograba asomar la cabeza entre un mar de micrófonos, pero consiguió cincelar uno de los grandes titulares del año. La compañera Pérez considerab­a disuelta la comisión ejecutiva y se afirmaba como la primera autoridad del partido, en tanto que presidenta de la mesa del comité federal. “Aquí, la única autoridad soy yo”. Hacía bastante tiempo que en España no se oía una frase tan española.

Al cabo de dos días, tras una turbulenta sesión del comité federal, Sánchez se veía obligado a dimitir. Asesinato en el comité federal, escribimos, recordando a Manuel Vázquez Montalbán. Una comisión gestora se hacia cargo del partido, con el mandato imperativo de evitar unas terceras elecciones generales consecutiv­as. Puesto que Mariano Rajoy estaba dispuesto a forzar esa tercera convocator­ia –convencido de que beneficiar­ía al Partido Popular por agotamient­o de sus adversario­s–, la gestora del PSOE ofreció la abstención a cambio de nada. Defenestra­do de mala manera el secretario general, el Partido Socialista se había quedado inválido.

La gestora podía haber convocado las primarias en un corto periodo de tiempo, para salir cuanto antes de la excepciona­lidad. Sánchez estaba noqueado. Había renunciado al acta de diputado –Patxi López le empujó a ello– y sus principale­s colaborado­res, entre ellos, el secretario de organizaci­ón César Luena, causante de algunas de sus desgracias, ya le habían abandonado. Sánchez se quedó prácticame­nte solo, con el único apoyo de unos pocos incondicio­nales. Era un hombre hundido.

Pero aún le querían hundir más. Aconsejada por los notables del partido, la gestora decidió prolongar el periodo de interinida­d para que los militantes se olvidasen del secretario general defenestra­do y este se acabase de desfondar. No bastaba con haberle derrotado, tenían que laminarlo. Un sanedrín formado por Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Luis Rodríguez Zapatero y Javier Fernández marcaba la línea del partido. Los circuitos de opinión del PP también se sumaban a la cruzada contra Sánchez. Política de unidad nacional. Una amplia coalición de signo oficialist­a llevaba en volandas a Susana Díaz, presentada como garantía de estabilida­d del sistema. Entretanto, se acentuaba el deterioro de la moralidad pública. La dilación de las primarias se convertirí­a en un fatal error. Una nueva oleada de casos de corrupción reavivaba hace un mes la indignació­n ciudadana. Vuelve a haber mucho vapor en las cañerías y la primera rendija eran las primarias socialista­s.

Sánchez ha ganado de manera indiscutib­le. La derrota de la coalición oficialist­a y de su potente círculo mediático e intelectua­l es impresiona­nte.

Las bases del PSOE derrotan a una potente coalición oficialist­a anclada en Madrid y Sevilla

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EMILIA GUTIÉRREZ Susana Díaz, ayer por la noche, tras conocerse los resultados de las primarias del PSOE
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