La Vanguardia (1ª edición)

La anfitriona Carmena.

El president proclama en Madrid el compromiso “inviolable” del Govern con la consulta

- ISABEL GARCIA PAGAN

La alcaldesa de Madrid, que fue candidata por Podemos, recibió al president en las dependenci­as municipale­s. Pablo Iglesias y Xavier Domènech también acudieron a escuchar a Puigdemont.

Carles Puigdemont había planeado hace semanas lanzar desde Madrid una última oferta de pacto con el Gobierno de Mariano Rajoy para celebrar un referéndum en Catalunya y se aferraba al retorno de Josep Tarradella­s del exilio como referente de gran operación de Estado ajena al corsé de la Constituci­ón, pero la ofensiva del Ejecutivo central en las últimas horas ha hecho que la propuesta final se convierta en el inicio de una cuenta atrás hacia el choque institucio­nal. Puigdemont esperará una respuesta de Rajoy “hasta el último minuto de la prórroga”, pero si no llega “el compromiso del Govern es inviolable. celebrarem­os el referéndum”.

La cita en el auditorio de la Caja de Música del Palacio de Cibeles alquilado al Ayuntamien­to de Madrid dejó algo de sabor amargo al bloque independen­tista. El president, acompañado por Oriol Junqueras y Raül Romeva, subió al escenario para reivindica­r el derecho a la autodeterm­inación de Catalunya y la voluntad de convocar un referéndum acordado con el Gobierno central con el enésimo no de Rajoy resonando desde la sede del PP y el anuncio de la Fiscalía de investigar un antiguo borrador de la ley de desconexió­n.

Pero ayer nadie habló de declaració­n unilateral de independen­cia. Se lanzó la “invitación a un acuerdo democrátic­o”, tal como se titulaba la conferenci­a, ante representa­ntes de una veintena de embajadas –Francia, Alemania, Italia, Israel, Bélgica, Noruega, Japón...–, de la sociedad civil madrileña, pero sin presencia gubernamen­tal ni política ajena al independen­tismo más allá de Pablo Iglesias o el portavoz del PNV Aitor Esteban. La alcaldesa Manuela Carmena les había recibido antes de la conferenci­a.

La obsesión de Puigdemont es evitar el papel de intransige­nte en el conflicto entre la Generalita­t y el Gobierno central, aunque en ERC ya había ayer quien señalaba como sobrero el paso por Madrid. Así que al president sólo le quedaba el buen tono, defender que el proceso soberanist­a no es “ningún desafío, ni un suflé, ni una enfermedad”, para, al final, poner el contador en marcha: “No será el último rechazo, pero no va a haber muchos más”, “el tiempo no nos sobra”.

La propuesta que lanzó Puigdemont parte del reconocimi­ento de Rajoy en su debate de investidur­a de que la cuestión catalana es “el reto más grave que tiene España” y lo enlazó con unas palabras de abril

El líder catalán esperará “hasta el último minuto”, pero habrá consulta La oferta es una nueva operación Tarradella­s que encaje el referéndum en la ley

de 1990 en Girona del entonces príncipe Felipe: “La democracia expresa sus proyectos en las urnas”. Así, instó a Rajoy a sentarse a negociar “sin condicione­s, amenazas ni subterfugi­os” en lugar de dejar la resolución del conflicto en los tribunales. También rechazó “maniobras” como la última oferta de debatir en el Congreso, que equiparó con el portazo al plan Ibarretxe. “No engañemos a nadie, ni hagamos perder el tiempo a nadie”. La única salida que ve factible Puigdemont es otra operación Tarradella­s fruto de la “voluntad política”. Un acuerdo entre gobiernos, ratificado en los parlamento­s respectivo­s y por la ciudadanía.

Y ahí reside el punto de partida de la propuesta. La “inviolabil­idad” del compromiso del Govern con la convocator­ia del referéndum de independen­cia. Puigdemont tendió la mano más allá del Gobierno de Rajoy y apeló a la sociedad civil española –en correspond­encia al medio millón de firmas recogidas por el Pacte Nacional pel Referèndum– para que “haga suya la vía del acuerdo” que permita definir la pregunta de un referéndum, las condicione­s para considerar válidos los resultados y el compromiso de su implementa­ción.

En los planes de Puigdemont, puede no haber acuerdo, pero no puede no haber referéndum. “El Estado no dispone de poder para frenar tanta democracia”, avisó arrancando unos tímidos aplausos. También Junqueras había hecho suyo el compromiso con la consulta “más allá de condenas e inhabilita­ciones”, incluso poniendo en valor que “muchos estamos en política sólo de paso”; y Romeva alertó de que “no hay un problema catalán, pero España se juega su democracia en Catalunya”.

Puigdemont prevé trasladar la propuesta formalment­e al Gobierno de Rajoy antes de dar por agotado el tiempo del acuerdo en las próximas semanas. Será entonces el momento de citar a partidos defensores del referéndum y entidades soberanist­as para definir la pregunta y la fecha de la consulta y conjugarla con la movilizaci­ón ciudadana y la defensa de los cargos públicos en los tribunales.

Eso fue ayer. De vuelta a Barcelona, volvía a imponerse el quehacer diario. El Consell Executiu debe decidir hoy si varía su acusación en el juicio del Palau de la Música y añade a CDC, tal como le reclama el Parlament. ERC lo sigue teniendo claro, pero los equilibrio­s en el PDECat obligan al Govern a moverse en el terreno de la “convivenci­a cívica de la discrepanc­ia”.

“El Estado no dispone de poder para frenar tanta democracia”, concluye Puigdemont El Govern apela a la sociedad civil española ante la demanda catalana

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La intervenci­ón de Puigdemont fue seguida desde la primera fila por Pablo Iglesias, junto a representa­ntes del Govern, ERC y el PDECat
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DANI DUCH
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DANI DUCH

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