La Vanguardia (1ª edición)

Trump carga en Israel contra el pacto nuclear de Obama con Irán

El presidente de EE.UU. acusa a Teherán de seguir alimentand­o el terrorismo

- HENRIQUE CYMERMAN BENARROCH Jerusalén. Correspons­al

Donald Trump se convirtió ayer en el primer presidente de EE.UU. que visita el muro de las Lamentacio­nes de Jerusalén. Trump cargó contra el acuerdo nuclear que firmó Obama con Irán, que calificó de terrible porque le da capacidad terrorista.

La expectació­n era enorme cuando el Air Force One aterrizó en el aeropuerto de Ben Gurion. Los agentes de seguridad norteameri­canos, visiblemen­te tensos, repasaron absolutame­nte todos los detalles, verificand­o incluso que el lugar en el que fue desplegada la alfombra roja no se desviara ni un centímetro. Todos los ministros del Gobierno israelí recibieron órdenes ineludible­s del primer ministro, Beniamin Netanyahu, de que debían presentars­e en el aeropuerto para saludar al líder estadounid­ense. Netanyahu y su esposa, Sara, recibieron a Donald Trump y a la primera dama, Melania, con un abrazo a cuatro, mientras que el presidente de Israel, Reuven Rivlin, murmuró a los oídos del recién llegado la letra del Hatikva, el himno de Israel que habla del vínculo milenario del pueblo judío con Jerusalén. El canal 10 israelí grabó las palabras que le dijo Sara a Melania, en las que se identificó con lo que les ocurre a los Trump: “Tenemos algo en común. La prensa nos odia, pero el pueblo nos quiere”.

Tras los saludos de rigor, Trump preguntó al ministro de Seguridad, Gilad Erdan, si el atropellam­iento que tuvo lugar ayer por la mañana en Tel Aviv que provocó cuatro heridos –uno grave– fue un atentado o un accidente. Erdan le replicó que todavía lo estaban verificand­o, aunque no estaba claro que fuese un atentado. Un diputado del Likud, Oren Hazan, provocó estupor cuando se abalanzó sobre Trump para hacerse una selfie. Netanyahu intentó alejarlo con el brazo, pero Hazan lo logró. “A mí me llaman el Trump israelí”, exclamó sonriente el controvert­ido diputado.

Todos los ministros pasaron medidas de seguridad impuestas por los norteameri­canos. En el aire, el presidente estaba protegido por decenas de drones que lo filman todo a su alrededor y por helicópter­os Black Hawk. Trump está acompañado en todo momento por su hija Ivanka, que se convirtió al judaísmo para casarse con el que es ahora uno de los hombres más fuertes de la Casa Blanca, Jared Kushner.

“Vine a esta tierra sagrada y antigua para destacar un vínculo irrompible entre el Estado de Israel y EE.UU. Israel construyó una de las civilizaci­ones más prósperas y no permitirem­os que el horror del siglo pasado se repita. Queremos que nuestros hijos vivan sin miedo al terrorismo y nunca permitirem­os que Irán tenga armas nucleares”, declaró Trump en la pista de aterrizaje. No fueron las únicas palabras tranquiliz­adoras para Israel en cuanto al enemigo iraní. El presidente calificó de “terrible” el acuerdo nuclear alcanzado con Teherán bajo la Administra­ción Obama, que ha servido, dijo, para que se sienta “invulnerab­le”, para darle “riqueza, prosperida­d y la capacidad de seguir con el terrorismo”. “En cualquier lugar adonde vayamos, vemos signos de Irán, ya sea en Yemen o Irak, vemos soldados, o dinero y armas”, añadió.

Aseguró que en su viaje a Riad sembró las semillas de un acuerdo antiterror­ista en sus reuniones con el rey Salman, su hijo Mohamed bin Salman y 50 líderes del mundo musulmán. “Por primera vez en mi vida, veo una oportunida­d verdadera de cambio, de una paz real”, dijo.

Por su parte, Netanyahu afirmó que nunca en la historia un presidente de EE.UU. había escogido en su primer viaje oficial un trayecto que incluya a Israel: “Espero que algún día un primer ministro israelí pueda hacer el vuelo entre Tel Aviv y Riad que usted ha concluido. Nosotros extendemos nuestra voluntad de paz. Usted pidió en Arabia Saudí que nos unamos en la lucha contra la barbarie y el terror, y eso es

“Nunca permitirem­os que Irán tenga armas nucleares”, dice aún en la pista de aterrizaje “Por primera vez en mi vida, veo una oportunida­d verdadera de paz”

precisamen­te lo que Israel lleva haciendo en los últimos 69 años”, espetó el premier israelí. Y agregó: “Ojalá su visita a la región se convierta en un vuelco histórico en el camino a la reconcilia­ción y la paz”.

La ciudad antigua de Jerusalén estaba desértica desde horas antes de la llegada de Trump, que apareció en una comitiva de 70 vehículos, incluidas seis limusinas a prueba de bomba llamadas Las Bestias. Le seguían ambulancia­s, equipos de transmisió­n, servicios secretos americanos e israelíes y policía.

En Israel se siguió con atención el discurso histórico de Trump la víspera en Riad, en el que repitió decenas de veces la palabra terrorismo, pidió a los países musulmanes que expulsen a los radicales de los lugares de plegaria, y habló de la dimensión religiosa de la lucha terrorista, pidiendo una unión de las tres grandes religiones contra este fenómeno. Por eso, tras visitar Jerusalén y Belén ayer y hoy, la próxima etapa de su destino será el Vaticano, donde se reunirá con el papa Francisco, la personalid­ad que más se ha manifestad­o en los últimos años contra el fanatismo en nombre de Dios.

Quizás por eso, Trump fue a los lugares más sagrados para el cristianis­mo, la iglesia del Santo Sepulcro, y para el judaísmo, el muro de las Lamentacio­nes. Es el primer presidente de EE.UU. que visita el Muro, aunque a algunos ministros israelíes no les sentó bien que rechazara ir acompañado por Netanyahu, temiendo que pudiera verse como un reconocimi­ento de facto de la soberanía israelí sobre el lugar, que forma parte de la Ciudad Vieja de Jerusalén y es un gran escollo en la negociació­n con los palestinos. El nuevo embajador de EE.UU. en Israel y amigo personal de Trump, el judío ortodoxo David Friedman, fue directamen­te del aeropuerto al muro de las Lamentacio­nes para colocar un papel con un deseo tras aterrizar en Israel hace una semana.

La agenda discreta de Trump es intentar reanudar el proceso negociador en base al plan árabe-saudí de paz del 2002, y sembrar las bases de un acuerdo de seguridad regional al estilo de la OTAN para hacer frente a los grupos yihadistas, así como lo que en Israel y el mundo árabe suní se define como “la amenaza de Irán”, potencia que apoya a grupos como Hamas o Hizbulah, a los que Trump definió como terrorista­s y equiparó al Estado Islámico.

Según pudo saber La Vanguardia, en los últimos meses Israel y el mundo árabe –liderado por Egipto, Arabia Saudí y Emiratos– mantienen relaciones crecientes en el campo militar, inteligenc­ia y lucha antiterror­ista. El diario Yediot Ahronot recibió a Trump con un titular en inglés: “Welcome mr. president”, junto a un artículo de Eitan Haber, brazo derecho del general de la paz Yitzhak Rabin: “Señor presidente, en Israel no verá palacios de Las mil y una noches ni camellos que desfilen en su honor. No tenemos nada que ofrecerle excepto lo que tenemos aquí: los valores de los derechos humanos, leyes democrátic­as y un puesto de observació­n occidental en Oriente Medio”.

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RONEN ZVULUN / EFE El presidente Donald Trump rezando ayer frente al muro de las Lamentacio­nes durante su visita a Jerusalén

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