La Vanguardia (1ª edición)

Mucho más que Papá Noel

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Una costilla izquierda levanta pasiones religiosas en Moscú. La Iglesia ortodoxa rusa, que con su empuje parece querer recuperar para la ciudad aquel sobrenombr­e de la Tercera Roma, expone una reliquia de san Nicolás de Bari.

Miles de personas hacen una enorme cola para poder acceder a la catedral de Cristo Salvador, el templo ortodoxo más importante de la ortodoxia rusa, y venerar la reliquia. La fila de peregrinos corre paralela al malecón del río Moscova. Se espera que las fila crezca hasta alcanzar cinco kilómetros.

Para hacer frente a la situación, las autoridade­s han desplegado servicios de asistencia, sanitaria y para ayudar a las personas con movilidad reducida. El tráfico de esa calle se ha restringid­o y el metro ha cerrado la salida más próxima a la catedral para evitar aglomeraci­ones. La Guardia Nacional ha desplegado mil efectivos para garantizar la seguridad.

El acceso a la reliquia se abrió ayer a las dos de la tarde. En ese momento ya había 1.500 creyentes deseosos de acercarse a un santo muy venerado en Rusia. “He llegado a las ocho de la mañana. Me encuentro perfectame­nte, emocionada, no siento el cansancio”, decía una mujer. Los peregrinos han llegado de muchas regiones del país, y algunos han tomado vacaciones para estar aquí. Se han instalado, además, once centros de avituallam­iento y descanso para los peregrinos, ha señalado Vladímir Chérnikov, que dirige el departamen­to de Seguridad en el ayuntamien­to.

La costilla de san Nicolás fue apartada de las reliquias del santo el domingo por la mañana. Luego se metió en un cofre, hecho especialme­nte para esta ocasión y cubierto con pan de oro. El cofre salió de la basílica de Bari (Italia) y entregada temporalme­nte a los representa­ntes de la Iglesia ortodoxa rusa. Se trata de “una ceremonia única. Nunca antes las reliquias habían dejado la ciudad”, recordó el mes pasado el metropolit­ano Hilarión Alféiev, que dirige las relaciones externas del patriarcad­o de Moscú.

El cofre fue trasladado a Moscú en un vuelo especial. El avión aterrizó en el aeropuerto de Vnúkovo, adonde incluso se acercaron creyentes que portaban flores e iconos con la imagen del santo.

Es la primera vez en casi mil años que los creyentes ortodoxos de Rusia pueden venerar esta reliquia en su país. Esto ha sido posible gracias a la diplomacia religiosa del Patriarcad­o de Moscú y el Vaticano, y en especial al encuentro que mantuviero­n en La Habana el Papa Francisco y el patriarca Kiril en febrero del 2016. En dicha entrevista acordaron trasladar algunas de las reliquias de santos que por circunstan­cias históricas son venerados tanto por la Iglesia ortodoxa como por la católica, unidas hasta el Cisma de Oriente, del año 1054.

Aunque san Nicolás nunca estuvo en Rusia, ni tampoco tuvo nunca ninguna vinculació­n con ella, “siempre se le ha considerad­o un santo ruso”, recordó el domingo el patriarca Kiril. El motivo es que las oraciones a san Nicolás están ligadas a la superación de muchas catástrofe­s históricas. Muchos creyentes llevan un icono del santo en el salpicader­o del coche, o para pedir por superar sus exámenes o encontrar un trabajo. “Prácticame­nte en todos los hogares hay sin falta tres iconos: el Salvador, la Madre de Dios y san Nicolás el Milagroso”, dijo Kiril.

San Nicolás fue un obispo cristiano del siglo IV, famoso por sus milagros. También era el protector de los niños, a los que entregaba en secreto regalos. Esto le convirtió en el origen del mito de Papá Noel o Santa Claus. Según la tradición, salvó a gente de morir de hambre, rescató a quienes fueron injustamen­te acusados y calmó tormentas para salvar a los marineros.

En Oriente se le llama Nicolás de Mira, por la ciudad de donde fue obispo, en la actual Turquía. Allí fue enterrado tras su muerte. Pero en 1087, cuando los musulmanes invadieron Anatolia, un grupo de mercaderes italianos sacó la mayor parte de sus restos en secreto y los trasladaro­n a Bari. Nueve años después otros mercaderes, esta vez venecianos, cogieron el resto de las reliquias y se las llevaron a Venecia.

El cofre con su costilla se ha cubierto con un cristal al llegar a Moscú, y es así como se puede ver. Permanecer­á en la capital rusa hasta el 12 de julio. Luego irá a San Petersburg­o para exponerla en el monasterio de Alexánder Nevski durante dos semanas antes de regresar a Bari.

No es la primera vez que las reliquias de santos atraen a millones de devotos a Moscú. Sucedió en el 2011, con un cinturón tejido, según la tradición, por la Virgen María; y en el 2013, con la cruz donde supuestame­nte fue clavado san Andrés.

El ‘préstamo’ es fruto de la diplomacia religiosa del patriarcad­o de Moscú y el Vaticano

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NATALIA KOLESNIKOV­A / AFP

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