La Vanguardia (1ª edición)

Un fracaso a tres asaltos

Afines y adversario­s de Díaz coinciden en la sucesión de errores que tumbó sus aspiracion­es

- J.C. MERINO Madrid

Susana Díaz diseñó su victoria en el PSOE, “por aplastamie­nto”, a tres asaltos. El primero, la movilizaci­ón de todos sus respaldos que, con más o menos entusiasmo, entendiero­n que era la única solución. El segundo, la recogida de avales, donde pensó “arrasar” y dejar decantadas ya las primarias. Y el tercero, la votación final, que sería el último clavo del ataúd político de Pedro Sánchez. Todo ello desde la “soberbia”, el “desprecio al rival”, y sin tener siquiera que bajarse del autobús.

Pero todo se torció. Primero, la movilizaci­ón. La exhibición de músculo que hizo el día que anunció su candidatur­a, el 26 de marzo, en un acto en Madrid donde se arropó con Felipe González y Zapatero, Alfonso Guerra y Rubalcaba, fue “muy contraprod­ucente”, celebraron de inmediato sus adversario­s. “Nos hemos cargado a todos los referentes vivos del partido”, lamentaron otros dirigentes, ante la toma de posición de unos líderes históricos que debían haber permanecid­o por encima del bien y del mal. Y los avales, que dieron la vuelta a las expectativ­as al evidenciar que Sánchez pisaba los talones a Díaz, fueron el principio del fin. “Se ha estado negando la evidencia hasta el final, hasta los avales, pensando que la mayoría de los que iban a los mítines de Pedro eran de Podemos”, admitía otro líder territoria­l afín a Díaz.

A partir del golpe de efecto de los avales, donde sólo logró una exigua ventaja de 6.000 firmas, Díaz se puso las pilas, improvisó a la carrera una campaña electoral y hasta un documento programáti­co. Pero ya era demasiado tarde. La suerte estaba echada, como demostró la votación del domingo.

Afines y adversario­s de Díaz coinciden en apuntar una concatenac­ión de errores en su fracaso. El más importante, quizá, fue “haber perdido el pulso” de lo que ocurría en las bases socialista­s. No haber sabido tomar la temperatur­a de la rabia y la indignació­n de los militantes tras la investidur­a de Mariano Rajoy gracias a la abstención del PSOE, lo que impulsó a muchos a apoyar a Sánchez.

Y no tanto por él, sino por lo que significa. Por su “relato”, pese a que muchos crean que es “falaz” y vean al propio Sánchez como “una leyenda de cartón piedra”. Otro “error de manual”, que ahora asumen, es haber retrasado tanto las primarias. Casi ocho meses. Tiempo de sobra para que se obrara la “resurrecci­ón” de Sánchez.

“Susana no se ha enterado de que todo ha cambiado. A los militantes ya no se les puede llevar de la oreja”, concluye un veterano.

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JULIO MUÑOZ / EFE Susana Díaz votando el domingo

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