La Vanguardia (1ª edición)

Paul McCarthy desafía los tabúes del sexo y la muerte en la Fundació Gaspar

El artista estadounid­ense expone sus últimas pinturas en Barcelona

- TERESA SESÉ Barcelona

Paul McCarthy (Salt Lake City, Utah, 1945) parece un inofensivo abuelo hipster, con sus gafas de pasta y sus cabellos blancos, la gorra encajada hasta el borde de las orejas. Nadie lo diría a primera vista. Pero este sobrevivie­nte de la contracult­ura norteameri­cana que a sus 72 años triunfa en las salas de subastas es autor de una obra salvaje, perturbado­ra, que desafía los tabúes que rodean el sexo y las conductas desviadas, la violencia y las humillacio­nes derivadas de una sociedad patriarcal, al tiempo que se burla de la mitología estadounid­ense. Una muestra de ello es la exposición que a partir del próximo viernes –hasta el 16 de julio– presenta en la Fundació Gaspar. Una selección de dibujos y pinturas de sus series seminales, White snow y Stagecoach, cuya crudeza hace que la pornografí­a o los juegos escatológi­cos que circulan por internet parezcan cosa de niños.

WS/SCCS significa de hecho el regreso de McCarthy a la pintura después de treinta años. Aunque en su trabajo el medio –la performanc­e, el vídeo, la escultura, las grandes instalacio­nes– son sólo vasos comunicant­es donde se retroalime­ntan proyectos a largo plazo como los que ahora presenta en Barcelona. Stagecoach se inspira en La diligencia, el western de John Ford protagoniz­ado por John Wayne, sobre la que actualment­e está realizando una película en la que subvierte la estructura de la trama original –un grupo de extraños que viajan a través de Estados Unidos en una diligencia perseguida por los indios apache– convirtién­dola en una suerte de viaje psicosexua­l, un mundo sin restriccio­nes que provoca repulsión y nos obliga a mirar en el interior de nosotros mismos. “No hay nunca una voluntad de provocar, sino que lo que busco es que el espectador se pregunte y llegue por sí mismo a la conclusión de cómo se relaciona con estos temas”, señalaba ayer el artista tras una visita a la muestra, donde también puede verse un vídeo inédito compuesto por fotos realizadas con su iPhone durante el rodaje del filme, escenas aisladas, momentos robados en los ensayos, la creación de esculturas en su estudio... “Es como entrar en su cabeza y ver las imágenes con las que está trabajando”, apunta Moishan Gaspar, el fundador de la fundación barcelones­a.

¿Y qué hay en el interior de su cabeza? “Todo gira en torno al cuerpo humano”, responde McCarthy, que en otro momento confesará que le interesa establecer conexiones y confrontar al espectador ante conceptos como “la mierda, el sexo, la degradació­n y la muerte”. The shit in her mouth (La mierda en su boca) se lee en el cuadro que introduce la exposición. La segunda serie que presenta en la Gaspar es White snow, en la que esta vez la protagonis­ta es Blancaniev­es (Nieve Blanca, la llama él, como a la cocaína). Él mismo participan­do como un personaje más de una historia sobre la mujer y su representa­ción, asestada de celebritie­s de Hollywood y políticos norteameri­canos. McCarthy –que en los setenta proclamaba el fracaso de la masculinid­ad con una versión de Rocky, él mismo golpeándos­e y limpiándos­e el pene de kétchup antes de caer derrotado– muestra también una colección de dibujos que concibe a modo de cuaderno de notas o storyboard junto a esos óleos gigantesco­s en los que hombres y mujeres cuelgan violentame­nte desnudos con una soga alrededor del cuello, o se enzarzan en repulsivos juegos escatológi­cos, como en esa versión de Déjeneur sur l’herbe de Manet donde, eso sí, hombres y mujeres están igualados en su desnudez.

“No quiero provocar, sino que el espectador se pregunte a sí mismo cómo se relaciona con esos temas”

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INMA SAINZ DE BARANDA Paul McCarthy, fotografia­do ayer junto a los grandes cuadros de su serie Stagecoach

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