Trump amenaza a El Asad.
EE.UU. avisa al dictador que “pagará un alto precio” si utiliza armas químicas
EE.UU. avisó ayer a Bashar el Asad (en la foto) que “pagará un alto precio” si vuelve a atacar a la población siria con armas químicas.
La Casa Blanca sorprendió el lunes por la noche con un inusual comunicado con el que el Gobierno de Estados Unidos amenazaba directa y personalmente al dictador sirio, Bashar el Asad, con hacerle “pagar un alto precio” si volvía a las andadas y atacaba a la población civil de su país con armas químicas. No es aventurado interpretarlo como el argumento previo a un nuevo ataque estadounidense, puesto que Trump siempre presume de cumplir sus amenazas y, precisamente en la cuestión siria, acusó reiteradamente a su antecesor Obama de permitir el envalentonamiento de El Asad al no responder con contundencia cuando el sátrapa cruzaba lo que el propio Obama había considerado como “líneas rojas”.
Fue cerca de las 10 de la noche del lunes (las 4 de la madrugada en Barcelona) cuando el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, transmitió la declaración. “Como hemos dicho anteriormente –señalaba– Estados Unidos se encuentra en Siria para eliminar al Estado Islámico de Irak y Siria. Si, sin embargo, El Asad lleva a cabo otro asesinato en masa usando armas químicas, él y su ejército van a pagar un alto precio”. No ha pasado inadvertida la referencia directa al dictador sirio, que es una manera de establecer diferencias con el primer ataque de la fuerza aérea estadounidense en abril pasado contra una base aérea del ejército sirio. Aquella incursión fue una declaración de intenciones de la nueva administración estadounidense que tuvo un limitado saldo de víctimas.
El argumento utilizado por la Casa Blanca es que el ejército sirio sigue preparándose para atacar con bombas que matan con gas sarín. “Estados Unidos –se afirma en la declaración– ha identificado los preparativos para otro ataque con armas químicas por parte del régimen de El Asad que probablemente tendría como resultado el asesinato en masa de civiles, incluidos niños inocentes”. Según la Casa Blanca, “las actividades son similares a los preparativos que el régimen llevó a cabo antes de los ataques con armas del 4 de abril del 2017”. Un ataque que tanto Damasco como su aliado ruso han negado.
Lo más insólito del comunicado es que los portavoces del Departamento de Estado y del Departamento de Defensa, que siempre coordinan con la Casa Blanca la información de los servicios de Inteligencia y los anuncios de iniciativas de guerra, admitieron que la declaración les pilló desprevenidos. Otros expertos no recordaban una actuación preventiva tan concreta por parte de Washington contra un gobierno extranjero, lo que sólo podía interpretarse en el sentido que una advertencia pública y tan directa tendría inmediatos efectos disuasorios. Por la mañana, portavoces del Pentágono confirmaron que la actividad sospechosa detectada se estaba llevando a cabo precisamente en el mismo hangar de la base aérea de Shayrat, de la que presumiblemente partió el anterior ataque químico y que recibió la represalia estadounidense en forma de 59 misiles tomahawk.
Aunque la iniciativa de Washington no parece dirigida únicamente al dictador sirio, sino también a los aliados del sátrapa que le ayudan a mantener en pie el sanguinario régimen, es decir, Irán y sobre todo Rusia. Nikki Haley, la embajadora de EE.UU. en las Naciones Unidas, fue la encargada de completar el mensaje de la Casa Blanca. “Cualquier ataque al pueblo de Siria será atribuido a El Asad, pero también a Rusia e Irán que le apoyan”, tuiteó Haley.
Con el Rusiagate gravitando sobre la política estadounidense, los conflictos con Moscú adquieren mayor interés y provocan algunos recelos. Tras la iniciativa de la Casa Blanca contra El Asad, el Kremlin se ha apresurado a expresar su indignación, más histriónica que de costumbre. El portavoz Dimitri Peskov puso en duda la veracidad sobre los preparativos de un ataque químico y advirtió que en cualquier caso “toda represalia contra el Gobierno de El Asad sería inaceptable”. Moscú sigue apoyando incondicionalmente al régimen de El Asad que le permite mantener en el Mediterráneo la estratégica base naval de Tartús, la única que Rusia todavía conserva desde los tiempos del imperio soviético. Por eso la aviación rusa también se ha ensañado con los rebeldes sirios que intentan derrocar el régimen cuando El Asad estuvo a punto de caer. Ayer el portavoz Peskov insistió en que “para lograr una solución final al conflicto, es imposible, ilegal y absolutamente incorrecto echar todas las culpas a Bashar el Asad”, pero fue El Asad quien inició una guerra contra su propio pueblo cuando éste se levantó contra la represión y los asesinatos masivos. Son más de seis años de combates con un balance de 470.000 muertos, un millón de heridos y diez millones de desplazados.
La declaración de la Casa Blanca pilló por sorpresa a portavoces del Pentágono
Washington advierte a Irán y Rusia, y para el Kremlin es “inaceptable” cualquier represalia