Escocia congela otro referéndum hasta negociar el Brexit
La primera ministra escocesa opta por centrarse en buscar un Brexit suave
No era el momento y nos hemos equivocado. Ese es el mensaje que transmitió la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, al Parlamento de Holyrood, al entonar el mea culpa y congelar indefinidamente los planes para celebrar un segundo referéndum de independencia tan pronto como el Gobierno británico lo autorizase, con el objetivo inicial del otoño del año que viene o la primavera del 2019.
Ese calendario se fue al garete el 8-J, cuando el SNP (Partido Nacional de Escocia, soberanista) perdió 470.000 votos (un 13%) y 21 de sus 56 escaños en Westminster, entre ellos los de dos pesos pesados como su exlíder Alex Salmond y su jefe del grupo parlamentario, Angus Robertson. Ayer Sturgeon no hizo más que reconocer oficialmente esa realidad política inapelable.
La oposición, encabezada por la conservadora Ruth Davidson, criticó a la primera ministra que no haya renunciado por completo a una nueva consulta, en vez de simplemente meterla en el armario. El SNP sigue aspirando a la independencia, que es el leitmotiv del partido, y Sturgeon asegura que se replanteará la convocatoria del nuevo referéndum de independencia dentro de quince meses, cuando se vea por dónde van las negociaciones sobre el Brexit entre Londres y Bruselas, y se perciban de una manera más clara y concreta las repercusiones económicas de la ruptura con la Unión Europea. “Es probable que votemos en el 2021”, afirmó optimista la premier.
“La gente ya tiene bastante incertidumbre con un Brexit al que nos opusimos la mayoría de escoceses, y que además ha adoptado unas características mucho más duras de lo que deseamos –admitió Nicola Sturgeon–. Nos equivocamos al poner en marcha los planes para un segundo referéndum en este momento, no obtuvimos los apoyos necesarios, y por tanto es imprescindible hacer una pausa y reflexionar antes de tomar de nuevo carrerilla. De todos modos, a pesar de las actuales dificultades, creo que podemos convencer a más del cincuenta por ciento de la gente de que lo que más le conviene a Escocia es abandonar el Reino Unido y tener una relación lo más estrecha posible con la UE”.
La líder del SNP explicó que desde el desastre electoral del 8-J ha mantenido “cientos de conversaciones” con votantes de todo el país, y que ha llegado a la conclusión de que “la gente está agotada de elecciones y quiere una pausa antes de volver a tener que tomar decisiones importantes como la de la independencia”. En septiembre del 2014 los escoceses se pronunciaron por un 55% a 45% en contra de la soberanía, y el asunto parecía haber quedado aparcado sine die hasta que la mayoría de británicos se decantó a favor del Brexit.
Aunque sigue siendo el partido más votado y con más escaños (35) en Westminster que todos los demás grupos juntos, a los nacionalistas del SNP se les reprocha haberse obsesionado con la independencia dejando de lado la gestión del día a día en el país, y en especial de los problemas de la medicina y la educación. “Ahora –dijo Sturgeon– nos vamos a centrar en presionar para un Brexit que responda a los intereses de Escocia, y si es posible (aunque no será fácil) que no signifique la salida del mercado único”. La tory Ruth Davidson, que ha desarrollado una gran influencia en el seno de los conservadoras, también es partidaria de mantener los mayores lazos posibles con Europa.
El SNP tenía que haber introducido antes de Navidad la legislación para el nuevo referéndum, y a partir de ahí presionado a Londres para que aceptara una consulta y negociado la fecha y las condiciones. En
El SNP renuncia al objetivo de otra consulta en el 2018 o el 2019, y se marca la meta genérica del 2021
vez de eso, el proyecto de ley queda dormido indefinidamente, “hasta que se vea con claridad en qué consiste el Brexit y cuáles son sus consecuencias, y la gente pueda tomar una decisión informada sobre lo que quiere y lo que más le conviene al país”.
La nueva línea de Sturgeon consiste en “desarrollar la máxima unidad y el máximo consenso posible” en vista de las dificultades que va a conllevar la ruptura con Europa. Su calendario revisado, aunque se marque la meta de otro referéndum en el 2021, hace muy difícil que la hipotética consulta se celebre en realidad antes de las elecciones autonómicas escocesas del 2022, ya que primero habría de aprobarse la legislación, después obtenerse la bendición de Londres, y luego dejar por lo menos seis meses para la campaña. Si no en el congelador, la soberanía ha sido metida cuando menos al fondo de la despensa. Y los soberanistas cruzan los dedos para que a Escocia no le ocurra lo mismo que a Quebec, y el tema quede relegado por varias generaciones.