Michel Temer se muestra desafiante tras ser denunciado por corrupción
La Cámara Baja decidirá si el presidente es juzgado penalmente por el Supremo
Apenas diez meses después de que Dilma Rousseff fuera destituida como presidenta de Brasil en un impeachment, su sucesor, Michel Temer, tendrá que someterse a un proceso similar por corrupción. No obstante, las consecuencias podrían ser mucho peores, ya que junto a la pérdida del cargo, el mandatario arriesga ir a la cárcel. Es la primera vez en la historia de Brasil que un presidente en ejercicio es denunciado penalmente.
Temer reaccionó ayer indignado y desafiante. El presidente tildó la denuncia de “infamia de naturaleza política” y aseguró que su acusador, el fiscal general del Estado, Rodrigo Janot, no posee pruebas concluyentes. El mandatario contraatacó ensuciándolo todo: insinuó que Janot cobró dinero por organizar un montaje para destituirlo. “No permitiré que me acusen de crímenes que no cometí”, dijo Temer. “No evitaré ninguna batalla en la guerra que enfrentamos”, añadió.
La denuncia por corrupción, presentada por Janot ante el Tribunal Supremo a última hora del lunes (madrugada de ayer en España), era esperada desde que a mediados de mayo se destapara un comprometedor audio entre Temer y el empresario Joesley Batista, dueño de la multinacional cárnica JBS. Poco después, apareció un vídeo grabado por la policía de la entrega controlada de un maletín de JBS con un soborno de 500.000 reales (132.000 euros) a Rodrigo da Rocha Loures, persona de extrema confianza de Temer, que ahora está encarcelado.
El fiscal se basa sobre todo en esas dos grabaciones para acusar al presidente de corrupción pasiva, que conlleva una pena de dos a doce años de prisión, y pide 2,6 millones de euros de multa al considerar que el destinatario final de la maleta era Temer, como se deduce de la conversación con Batista. Además, del audio se desprende que el presidente aceptó otra coima de unos diez millones de euros, a cobrar en pagos mensuales, por favorecer a JBS.
“Engañó a los ciudadanos brasileños y , sobre todo, a los electores que eligieron su papeleta (como vicepresidente, junto a Rousseff) para el cargo político más importante del país, confiando más de 54 millones de votos en las últimas elecciones”, escribe Janot en su denuncia.
El procedimiento que sigue ahora no es un impeachment –donde el juicio político es desarrollado por el Senado–, pero el proceso penal en el Supremo debe ser avalado antes por el Parlamento, donde el Gobierno tiene una mayoría volátil. El Supremo remitirá la denuncia al presidente de la Cámara de Diputados, donde se iniciará un largo trámite, primero en comisión y luego durante diez sesiones del pleno, que se prolongará al menos durante un mes. Después, se requiere que dos tercios de los diputados voten a favor de que el Supremo inicie el juicio, en cuyo caso Temer sería suspendido del cargo durante seis meses y su lugar ocupado por el presidente de la cámara baja, Rodrigo Maia. Si el máximo tribunal condenase al mandatario, su destitución sería definitiva.
Crecen las voces para que Temer dimita y el Parlamento convoque elecciones directas anticipadas. Tanto Rousseff como el expresidente Lula –que a pesar de su procesamiento por corrupción encabeza las encuestas a los comicios del año que viene– pidieron su dimisión. “El propio Temer podría pedir la anticipación de las elecciones y escoger un nuevo presidente de la República, un nuevo Congreso Nacional, para que Brasil pueda reconquistar la paz, la democracia y la credibilidad de la que tanto necesita”, indicó Lula.
El mandatario brasileño ataca al fiscal general y dice que no evitará “ninguna batalla”