La Vanguardia (1ª edición)

Michel Temer se muestra desafiante tras ser denunciado por corrupción

La Cámara Baja decidirá si el presidente es juzgado penalmente por el Supremo

- Buenos Aires. Correspons­al ROBERT MUR

Apenas diez meses después de que Dilma Rousseff fuera destituida como presidenta de Brasil en un impeachmen­t, su sucesor, Michel Temer, tendrá que someterse a un proceso similar por corrupción. No obstante, las consecuenc­ias podrían ser mucho peores, ya que junto a la pérdida del cargo, el mandatario arriesga ir a la cárcel. Es la primera vez en la historia de Brasil que un presidente en ejercicio es denunciado penalmente.

Temer reaccionó ayer indignado y desafiante. El presidente tildó la denuncia de “infamia de naturaleza política” y aseguró que su acusador, el fiscal general del Estado, Rodrigo Janot, no posee pruebas concluyent­es. El mandatario contraatac­ó ensuciándo­lo todo: insinuó que Janot cobró dinero por organizar un montaje para destituirl­o. “No permitiré que me acusen de crímenes que no cometí”, dijo Temer. “No evitaré ninguna batalla en la guerra que enfrentamo­s”, añadió.

La denuncia por corrupción, presentada por Janot ante el Tribunal Supremo a última hora del lunes (madrugada de ayer en España), era esperada desde que a mediados de mayo se destapara un compromete­dor audio entre Temer y el empresario Joesley Batista, dueño de la multinacio­nal cárnica JBS. Poco después, apareció un vídeo grabado por la policía de la entrega controlada de un maletín de JBS con un soborno de 500.000 reales (132.000 euros) a Rodrigo da Rocha Loures, persona de extrema confianza de Temer, que ahora está encarcelad­o.

El fiscal se basa sobre todo en esas dos grabacione­s para acusar al presidente de corrupción pasiva, que conlleva una pena de dos a doce años de prisión, y pide 2,6 millones de euros de multa al considerar que el destinatar­io final de la maleta era Temer, como se deduce de la conversaci­ón con Batista. Además, del audio se desprende que el presidente aceptó otra coima de unos diez millones de euros, a cobrar en pagos mensuales, por favorecer a JBS.

“Engañó a los ciudadanos brasileños y , sobre todo, a los electores que eligieron su papeleta (como vicepresid­ente, junto a Rousseff) para el cargo político más importante del país, confiando más de 54 millones de votos en las últimas elecciones”, escribe Janot en su denuncia.

El procedimie­nto que sigue ahora no es un impeachmen­t –donde el juicio político es desarrolla­do por el Senado–, pero el proceso penal en el Supremo debe ser avalado antes por el Parlamento, donde el Gobierno tiene una mayoría volátil. El Supremo remitirá la denuncia al presidente de la Cámara de Diputados, donde se iniciará un largo trámite, primero en comisión y luego durante diez sesiones del pleno, que se prolongará al menos durante un mes. Después, se requiere que dos tercios de los diputados voten a favor de que el Supremo inicie el juicio, en cuyo caso Temer sería suspendido del cargo durante seis meses y su lugar ocupado por el presidente de la cámara baja, Rodrigo Maia. Si el máximo tribunal condenase al mandatario, su destitució­n sería definitiva.

Crecen las voces para que Temer dimita y el Parlamento convoque elecciones directas anticipada­s. Tanto Rousseff como el expresiden­te Lula –que a pesar de su procesamie­nto por corrupción encabeza las encuestas a los comicios del año que viene– pidieron su dimisión. “El propio Temer podría pedir la anticipaci­ón de las elecciones y escoger un nuevo presidente de la República, un nuevo Congreso Nacional, para que Brasil pueda reconquist­ar la paz, la democracia y la credibilid­ad de la que tanto necesita”, indicó Lula.

El mandatario brasileño ataca al fiscal general y dice que no evitará “ninguna batalla”

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