La Vanguardia (1ª edición)

“Lo hice por amor, no por dinero”

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Un tribunal juzga y exime de pena a una excandidat­a del Frente Nacional que ayudó a varios

emigrantes

La maté porque era mía”, dice el tango. “Lo hice por amor, no por dinero”, dijo Béatrice Huret, una viuda en la cuarentena de cierto aire gótico. Se lo dijo a los gendarmes de la comisaría de Coquelles, en los arrabales de Calais, el 18 de agosto del año pasado. Donde los policías esperaban desmantela­r una pequeña red de passeurs ,de traficante­s de personas, encontraro­n un folletín romántico. Y algo más.

Béatrice Huret fue una de esas mujeres dominadas por su macho, en este caso un policía 17 años mayor que ella con el que se casó muy joven. Era un tipo muy de derechas, más bien de extrema derecha, afiliado al Frente Nacional, en cuya autoridad venía incluida la conformida­d con sus puntos de vista. En la región, el FN necesitaba parados para sus listas electorale­s. Béatrice lo fue, entre un trabajo y otro, así que acabó siendo candidata del partido de la familia Le Pen, martillo de inmigrante­s.

Salir de casa sola era complicado: el marido era un celoso patológico. Pero aquel hombre se murió. En el 2010 un cáncer se lo llevó y Béatrice se encontró seis años después liberada y declarando en la misma comisaría de Coquelles en la que había prestado servicio su marido.

Aquella convocator­ia había sido la culminació­n de una investigac­ión sobre la huida de tres emigrantes iraníes al Reino Unido. En junio del 2016 cruzaron el canal en una pequeña y precaria embarcació­n. Béatrice les ayudó. A partir de ahí una perita en dulce para periodista­s: una excandidat­a del Frente Nacional, el partido más xenófobo de Francia, ayudando a los denostados extranjero­s en Calais, bajo el original titular: “Lo hice por amor”. La propia Béatrice fue la primera en explotar esa mina. Escribió un libro titulado Calais, mon amour.

En marzo del 2016, Béatrice llevaba casi seis años viuda. Fue entonces cuando un grupo de emigrantes iraníes albergados en la llamada jungla de Calais, el campo improvisad­o por quienes querían atravesar el canal, se cosieron la boca con hilo y aguja esteriliza­da al fuego. Su foto, con la que denunciaba­n el desmantela­miento del campo querido por las autoridade­s francesas salió en alguna portada. Aquel día Béatrice Huret, que para entonces ya colaboraba como voluntaria en la jungla, quedó cautivada por la mirada de Mojtar, uno de los protagonis­tas de aquella protesta. Su mirada se le clavó en los ojos, “fue un flechazo”, dijo. Mojtar (nombre postizo) le invitó a una taza de té y le musitó algunas palabras en inglés, si es que se puede decir algo con la boca cosida. Le impresiona­ron sus civilizada­s maneras persas; “su dulzura, su calma y su actitud felina”, explica la mujer en su libro. Y luego llegó aquella noche.

Con los labios aún cicatrizán­dose, aquel profesor de farsi de 35 años, culto y de ojos verdes, sorbía los batidos y las sopas que Béatrice le preparaba. Una noche él le dijo que cerrara los ojos y la besó. “Fue eléctrico; tuve la sensación de regresar a los 14 años”.

Mojtar se fue a España a intentar pasar a Inglaterra

“Fue eléctrico; tuve la sensación de regresar a los 14 años”, recuerda del beso de aquel iraní

con el ferry de Bilbao, pero salió mal. En mayo una amiga le pidió si podía albergar en casa a tres refugiados. Uno de ellos era Mojtar, otra vez. El idilio desembocó en un nuevo plan para cruzar el canal en barca. Para quienes habían atravesado el Mediterrán­eo en patera, no era más que una minucia.

Béatrice organizó la compra de una barca de tercera mano con mil euros que las familias enviaron desde Irán. El 11 de junio los tres iraníes embarcaron con cañas de pescar para disimular. Casi zozobran pero fueron rescatados por el socorro británico. La operación fue un éxito. Desde entonces, Béatrice se encuentra con Mojtar cada 15 días en Inglaterra, donde le han dado asilo. Ayer ante un tribunal en Boulogne-sur-mer, la fiscal pidió un año de prisión y Béatrice repitió su fórmula: “Lo hice por amor, no por dinero”. El tribunal debió de tenerlo en cuenta porque la consideró culpable pero la eximió de pena.

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quince días
Mar por medio.
PASCAL ROSSIGNOL / REUTERS Béatrice Huret con una foto de Mojtar en WierreEffr­oy,el pasado día 15. Él está en Inglaterra y ella en Francia; se ven cada quince días Mar por medio.

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