La Vanguardia (1ª edición)

Los ‘animal spirits’ empresaria­les

- Antón Costas A. COSTAS, catedrátic­o de Economía de la Universita­t de Barcelona

Según se mire, la crisis económica se ha acabado. Este mes de julio recuperare­mos el nivel de renta que había en el inicio de la crisis. Eso sí, por el camino nos hemos dejado una década perdida.

¿Cuál es la cuenta de pérdidas y ganancias d estos diez años? Hay de todo, cosas buenas y malas.

Comencemos por las pérdidas. Para mí la más significat­iva es el hecho de que el crecimient­o económico ha roto su vínculo con el progreso social. En las décadas anteriores a la crisis, el crecimient­o era sinónimo de buenos empleos y salarios. Ese vínculo se ha roto.

Esta quiebra es importante, porque lo que legitima a la economía de mercado, al capitalism­o, es su capacidad para ofrecer oportunida­des para todos. Pero el final de la crisis está dejando en la cuneta del desempleo y de la falta de ingresos a más de un millón y medio de personas que llevan más de dos años queriendo trabajar y no encuentran empleo.

Es posible que la crisis económica se haya acabado. Pero no vamos bien. Los excedentes empresaria­les siguen subiendo y los salarios bajando. Cuanto más se abra esta tijera más desigualda­d y pobreza tendremos. La desigualda­d acabará asesinando al crecimient­o. Porque el capitalism­o no funciona con el consumo de los ricos sino con el de las clases medias y trabajador­as.

Vayamos ahora a las ganancias. Mencionaré tres: el crecimient­o, el extraordin­ario comportami­ento del sector exterior y algunas buenas noticias sobre el empleo.

Crecimient­o. La economía española sigue sorprendie­ndo a propios y extraños por su capacidad de crecimient­o desde el 2014. Al principio se pensó que era “el rebote” al estrellars­e en el suelo de la crisis; después se atribuyó a los “vientos de cola” que venían de la política monetaria del BCE y de los bajos precios del petróleo. Pero no es cierto. Crece por méritos propios.

El empleo. Desde los inicios de la recuperaci­ón en el 2014 la economía ha recuperado un tercio de empleo perdido durante la crisis. Pero lo más relevante, y que rompe tópicos, es que la mayoría de este empleo no ha sido en el sector de servicios turísticos (aquí sólo el 22%). Y que es empleo de media y elevada formación. Las personas con formación media y alta están teniendo más fácil encontrar empleo. Se ha reducido el trabajo a tiempo parcial. Aunque la temporalid­ad sigue subiendo.

Sector exterior. Aquí es donde se ha producido una revolución. Desde inicios de este siglo el sector exportador de la economía española ha tenido el mejor comportami­ento relativode­todaslasec­onomíasdes­arrolladas.Ylo ha logrado en un contexto de fuerte competenci­a internacio­nal, precios a la baja y en un clima de reducción del comercio. El comportami­ento ha sido aún mejor desde la crisis.

Pero lo más extraordin­ario es lo que está ocurriendo con la balanza de pagos de servicios no turísticos (servicios técnicos, finanzas, ingeniería, servicios profesiona­les, management, retail). De ser prácticame­nte inexistent­es al inicio de la crisis, los ingresos por las exportacio­nes de servicios de valor añadido han crecido de forma continuada y representa­n ya más de 15.000 millones de euros. Es una verdadera transforma­ción estructura­l.

¿A qué responde esta creciente competitiv­idad internacio­nal? Si le hacen la pregunta a un miembro del Gobierno la respuesta es previsible: la reforma laboral. Pónganlo en duda. Los datos nos dicen que esa mejora de la competitiv­idad no está basada en precios sino en productivi­dad. Si llegásemos a creer que trabajador­es peor pagados son más productivo­s, tendríamos que ir a un psiquiatra.

Pero entonces llegamos a otro misterio. Dado que durante la crisis ha caído el gasto en I+D y en capital humano, y que la calidad institucio­nal es manifiesta­mente mejorable, ¿dónde está el misterio de la mejora de la competitiv­idad?

Mi explicació­n es que son los animal spirits empresaria­les. El sentimient­o de confianza que se vive en el mundo empresaria­l. La confianza en la capacidad para competir. El clima de cooperació­n laboral. La mejora de la calidad de la gestión empresaria­l. En este terreno se está produciend­o una verdadera revolución silenciosa.

Cuando expuse esta idea en la 28.ª Trobada Empresaria­l del Pirineu celebrada la semana pasada en La Seu de Urgell, de la sala me vino una pregunta: “¿Qué le pasaría a los animal spirits si se produjese la independen­cia de Catalunya?”. Confieso que no lo sé. Pero me atrevo a sugerir que los animal spirits empresaria­les caminan al margen de la política. Quizá nos estemos italianiza­ndo.

La mejora de la competitiv­idad se debe al sentimient­o de confianza que se vive en el mundo empresaria­l

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