Tucídides: leedlo
Martes 13 de junio, el profesor de filosofía Josep Maria Ruiz Simon, habitual columnista de La Vanguardia, citó mi libro sobre Tucídides. Emocionado, me trago el artículo de cabo a rabo para ver si, además de citarme, dice algo. Nada. El profesor sólo me utiliza como telonero para colocar la enésima utilización de citas y frases de Tucídides fuera de contexto. Y me ignora. El menosprecio, si es público, hombre, no es agradable. Interpreto por el tono del artículo que en ello puede haber influido algún prejuicio por mi situación de intruso en la academia. Cuando quien escribe un libro sobre Tucídides es empresario, ingeniero y político (amateur, todo hay que decirlo) en la reserva, genera un lógico escepticismo si se las da de filósofo. Prometo no utilizar nunca en público el atributo de filósofo, que nadie se inquiete. A pesar de que en mi caso lo justifica un título de máster y de doctorado por la Universitat de Barcelona. No me veréis nunca usarlo, fuera de los círculos de estudio, que no sufra la academia. Pero tiene que entender el profesor Ruiz, que en este caso, y sólo en este caso, tuviera que hacer mención a los estudios filosóficos, ya que el libro de Tucídides es un intento de divulgar su pensamiento, estudiado y sistematizado en forma de tesis. Porque lo que le tengo que pedir formalmente al profesor, como filósofo, es que me lea. Ignorarme es, como mínimo, poco elegante. Sobre todo, si no me dice por qué.
La gracia de una tesis es que te tomas un tiempo muy largo para estudiar aspectos de un tema o de un autor bajo la dirección de maestros solventes. En mi caso Tucídides me sedujo porque más allá de narrar con mucho detalle la, gracias a él, conocidísima Historia de la guerra del Peloponeso, lo hacía con una segunda intención mucho más política. Tucídides intentaba extraer reglas de comportamiento que ordenadas confeccionan un corpus político sistematitzable. Ordenadas, no cogidas por separado y sin entender que forman parte de un todo.
Durante los 24 siglos que ha sido leído y releído, muchos autores lo han abordado desde muchas perspectivas. Y cuando lo estudias, te quedas boquiabierto de la actualidad de sus reflexiones y comentarios. Mi libro recoge unos breves fragmentos originales, comentados con sobriedad, algunas ideas sobre cómo leerlo y contextualizarlo, y un breve resumen del sistema político que he ido trabajando. Con mi editor, no nos haremos ni sabios, ni ricos, pero creo honestamente que ha quedado un libro legible y comprensible, que puede provocar ganas de leer a Tucídides. ¡Agradezco la posibilidad de dirigirme al profesor Ruiz para pedirle que me lea, ¡que me dé una oportunidad! Tengo la certeza de que, si me aprueba, ayudaremos un poco más a divulgar los clásicos y acercarlos a los lectores. Y si no lo hace, me tendré que esforzar más, la próxima vez, para complacer a la academia. Prometo hacerlo.
Me dirijo al profesor Ruiz para pedirle que me lea, ¡que me dé una oportunidad!