La Vanguardia (1ª edición)

Que devuelvan lo ‘bailao’

- Joaquín Luna

El Real Madrid podría ser desposeído de la Copa de Rey y la Liga de baloncesto de la temporada 2014-15 si la justicia confirma –y no anda lejos de hacerlo– que uno de sus jugadores, Marcus Slaughter, un pívot california­no del que nadie guarda mucho recuerdo, fue inscrito con un pasaporte falso de Guinea Ecuatorial.

Si Marcus Slaughter fuese de Dakota del Norte quizás no hubiese despertado sospechas pero siendo de California el asunto varía y ya huele, de entrada, a gato encerrado. Lo cierto es que el pívot ocupó plaza de comunitari­o sin que ningún pabellón se lo tomase a guasa y cantase a coro “yo soy aquel negrito del Africa Tropical”, melodía del Cola-Cao de cuando Guinea Ecuatorial era un territorio español, tanto que incluso tuvo dos diputacion­es provincial­es y todos contentos.

¿Qué debería hacer el Real Madrid si le quitan esos dos títulos? Se trata de dos títulos festejados, bañados en cava, premiados con gratificac­iones que se conocen como “primas” y en las que no cabe descartar que algún jugador merengue cantase a pleno pulmón: “¡Barça, (palabrota), saluda al campeón!”.

Si la celebració­n de títulos es una gran barra libre con licencias –al más tonto le ríen las gracias– y rituales –meter en la ducha al entrenador o bailar la conga en algún asador de Madrid–, el desposeimi­ento de un título debería, en lógica, seguir determinad­as pautas encaminada­s a mostrar contrición, arrepentim­iento y humildad.

No es justo que las autoridade­s deportivas, como hace el COI, se limiten a reclamar la devolución de las medallas a quienes posiblemen­te las

Al deportista que celebró un título a lo grande hay que imponerle que devuelva a lo grande lo festejado en mala lid

tienen colgadas en un marco junto al televisor. Los deportista­s tramposos tienen familia, calles dedicadas en sus pueblos y algún polideport­ivo por lo que es de ingenuos esperar que retornen por DHL las preciadas medallas. Este año hemos sabido, por ejemplo, que sólo un deportista ruso, el velocista Kokorin (sin acento ni guasa), de los 21 desposeído­s por dopaje de sus podios en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012 ha retornado la medalla, tal y como les exigió educadamen­te el COI. ¿Acaso sorprende que un atleta tramposo se haga el sueco y diga en ruso: santa Rita, Rita, Rita...?

Si el equipo de baloncesto del Real Madrid es desposeído de los dos títulos hay que exigir a las autoridade­s que actúen de forma ejemplariz­ante y les impongan castigos en proporción a las celebracio­nes hechas en su día. Hay muchas opciones: servir las mesas de un asador un domingo, fregar vestuarios, ir de público al Chiringuit­o de Pedrerol o vivir un mes como los ecuatoguin­eanos.

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