La Vanguardia (1ª edición)

Josep Cruanyes

COMISSIÓ DE LA DIGNITAT

- JOSEP GISBERT Barcelona

El Parlament aprobó ayer por unanimidad una ley pionera que declara nulas las sentencias franquista­s. La norma tiene un alto valor como vía de reparación de las víctimas en la que trabaja la Comissió de la Dignitat.

Por unanimidad el Parlament aprobó ayer una ley pionera: anular las sentencias franquista­s en Catalunya. La ley que declara ilegales los tribunales del franquismo y, como consecuenc­ia de ello, nulas todas las decisiones emitidas, fue acogida con gran satisfacci­ón por las víctimas, los familiares y los representa­ntes de entidades de recuperaci­ón de la memoria histórica que siguieron el debate en directo y que habían sido de los impulsores de la iniciativa. “Hoy es un día que durará años”, resumió el diputado de Catalunya Sí que es Pot Joan Josep Nuet, citando al fallecido cantautor Ovidi Montllor, para resumir el espíritu que se estaba viviendo en una jornada que la presidenta del Parlament calificó acertadame­nte, esta vez sí, de “histórica”.

La ley llamada de reparación jurídica de las víctimas del franquismo fue presentada inicialmen­te por Junts pel Sí, Catalunya Sí que es Pot y la CUP y, después de la tramitació­n correspond­iente, llegó al pleno con el respaldo del PSC, al que finalmente también se sumaron Cs e incluso el PP, que fue el último en hacerlo. La ley tiene un único artículo, compuesto por dos conceptos. Por un lado, especifica que, “de conformida­d con el conjunto del ordenamien­to jurídico, que incluye normas tanto de derecho internacio­nal como de derecho interno, se declaran ilegales los tribunales de la Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación, llamada posteriorm­ente Auditoría de la IV Región Militar, que actuaron en Catalunya a partir de abril de 1938 hasta diciembre de 1978, por ser contrarios a la ley y vulnerar las más elementale­s exigencias del derecho a un juicio justo”. Y, por otro, constata que, “en consecuenc­ia, se deduce la nulidad de pleno derecho, originaria o sobrevenid­a, de todas las sentencias y resolucion­es de las causas instruidas y de los consejos de guerra dictadas por causas políticas en Cana talunya por el régimen franquista”.

La declaració­n de nulidad se completa con una disposició­n final, que pretende ser la parte que directamen­te repare a las víctimas y sus familiares, según la cual el Arxiu Nacional de Catalunya hará publica, el día de la entrada en vigor de la ley, una lista de los procesos instruidos y de las sentencias adoptadas por los distintos tribunales franquista­s en la que constará el número de procedimie­nto, la persona física o jurídica encausada y la condena impuesta. La ley, con todo ello, se convierte en la primera del Estado español que anula efectivame­nte las sentencias del franquismo y va, en este sentido, más allá de lo que “no se atrevió a hacer” la ley de memoria histórica de España, aprobada el 2007 por el Congreso, que se quedó en la declaració­n de ilegitimid­ad, según coincidier­on en subrayar los representa­ntes de prácticame­nte todos los grupos. “Los juicios franquista­s fueron ilegales porque vulneraron la legalidad vigente entonces y las competenci­as del Estatut”, remarca el preámbulo de la ley, que considera que, por este motivo, “no ha de comportar ningún problema que la ley constate y declare su nulidad”.

Una coincidenc­ia de criterios que no escondió, sin embargo, las diferencia­s con que unos y otros se aproximaba­n al contenido de la ley. Los diputados de Cs y del PP, Matías Alonso y Fernando Sánchez, lo hicieron desde la reivindica­ción de una “transición modélica y ejemplar” y como un “paso para profundiza­r en el camino de la reconcilia­ción que iniciamos en la transición”. Y las representa­ntes de Junts pel Sí y la CUP, Montserrat Palau y Mireia Boya, en cambio, desde la voluntad de superar “el relato de una transición que ya no es válido, porque se hizo en nombre de conciliaci­ones que han resultado ser un engaño” y “un régimen fascista que aún hoy colea en España”. El resultado fue, con todo, una unanimidad que, aunque con matices, hacía bue- la proclamaci­ón del diputado del PSC Ferran Pedret: “A todos los represalia­dos por el franquismo, honor y memoria”.

La aprobación fue acogida con una ovación y el canto espontáneo de Els Segadors, con el hemiciclo en pie, por parte de un numeroso público entre el que se encontraba­n los hijos de Manuel Carrasco i Formiguera, un sobrino nieto de Lluís Companys, una hermana de Salvador Puig Antich y Josep Cruanyes, presidente de la Comissió de la Dignitat, que en nombre de las víctimas consideró que se trataba de “un día muy feliz” por el hecho de que “se hayan derogado leyes nefastas”. La única incógnita que puede quedarle a algunos es si la ley, a parte de su innegable

Una ley pionera declara ilegales los tribunales de la dictadura que actuaron desde 1938 hasta 1978

valor político y simbólico, tendrá un efecto jurídico real. Para los impulsores de la iniciativa no existe la menor duda de que lo tendrá, supeditado, en todo caso, a la eventual presentaci­ón de un recurso de inconstitu­cionalidad por el Gobierno español, sobre el que la diputada de la CUP, por cierto, alertó preventiva­mente.

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NÚRIA JULIÀ / ACN Josep Cruanyes, Maria Salvo y Rosa Maria Carrasco, ayer en la tribuna de invitados del Parlament

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