Lliures, en defensa del catalanismo
Hace unos días, Francesc-Marc Álvaro publicaba en este diario un artículo, “Partidos para la derrota”. Álvaro es un analista fino, lleno de matices y, aunque a menudo opina como un intelectual orgánico de los independentistas catalanes, siempre despierta mi interés.
Ahora bien, pienso sinceramente que, quizás, en este artículo, hace una lectura precipitada y un punto tópica de los documentos fundacionales de Lliures. Diría que, incluso, ha confundido, de buena fe, algunas de nuestras posiciones políticas con las propuestas de una plataforma de reciente aparición. Se me permitirá que formule en positivo las tesis del desacuerdo.
1. Lliures aborda desde el minuto cero el problema principal que sufre Catalunya, que ha condicionado nuestro nacimiento como partido. Hacemos una descripción precisa del proceso y sus limitaciones, destacando que la estrategia errónea del Gobierno de España ha hecho crecer el número de independentistas. También hemos sido claros respecto de los inadecuados objetivos del Govern. El referéndum unilateral, si no es acordado, legal y vinculante, no es ninguna solución.
2. Álvaro olvida que en Lliures defendemos que el proceso ha implicado una letal izquierdización de la política catalana. El PDECat y una parte del electorado se han desplazado hacia la izquierda porque inevitablemente el independentismo, si quiere tener éxito, tiene que ir ligado al izquierdismo.
3. Dice que “quizás una oferta de reconocimiento nacional explícito, una financiación equivalente al concierto vasco y un blindaje cultural podría reducir la cifra actual de votantes independentistas”. Exacto. Esta es una tesis principal de Lliures y el debate no es nominal o de esencias. No se trata de retroceder por el mismo camino, sino de seguir adelante por uno diferente.
4. Nada más lejos del ánimo de Lliures que situarse en un espacio de confort, ni colectivamente ni personalmente. Nadar a contracorriente e interpelar al establishment español y catalán es, en esta hora decisiva, la obligación primera. Lliures no es un partido para recoger los restos de la derrota. Queremos evitar al catalanismo una presumible derrota de consecuencias dolorosas.
5. La estrategia de Lliures no tiene nada que ver con la equidistancia. Lliures no es parte de ninguna tercera vía. Una dinámica fiada a la movilización y la revuelta puede comportar un pésimo desenlace. Lo hemos expresado con la dicotomía reformas o revuelta. Este mensaje se tiene que leer tanto en clave española como catalana. Un hombre de orden como Francesc-Marc Álvaro tendría que poder escribir, si quiere, que el llamamiento a la insumisión y a la desobediencia se sabe como empieza pero se ignora cómo acaba.
6. Apelamos a un electorado que quiere riqueza, bienestar, cohesión social y orden. En ningún caso lo imaginamos como inmutable y estático. Sino al contrario. No es cierto que la mayoría del electorado catalán haya mutado genéticamente. Sospechamos que irá cambiando y los ejemplos de quebequeses y vascos son una buena muestra.
Por último, de las palabras de Álvaro se deduciría que los políticos veteranos no tendríamos que impulsar partidos nuevos. Parecería que políticos, periodistas, científicos y otros profesionales vendrían lastrados por su experiencia al impulsar una nueva idea. Esta es la más tópica de sus afirmaciones.
Habrá mucho más que decir. Pido, claro está, que esta respuesta sea leída en clave de cordialidad, concordia y moderación porque este es mi talante de siempre y lo que el articulista merece. El tono, sin embargo, no implica ningún tipo de debilidad narrativa ni ideológica.
“Queremos evitar al catalanismo una presumible derrota de consecuencias dolorosas”