La Vanguardia (1ª edición)

Sí hay medicina alternativ­a

- Luis Racionero

Pero son muy pocas y no cabe confundir un timador que engaña a crédulos pacientes con una medicina alternativ­a, eso es un timo, no una alternativ­a. Una medicina alternativ­a es la china, la ayurvédica de India o algunas prácticas curativas de los chamanes que sí funcionan.

Creer que la medicina china que lleva más siglos de práctica que la europea y se sigue usando por millones de personas no es “medicina” es un error cultural y terminológ­ico.

La base de la cuestión está en un libro fundamenta­l de Thomas Kuhn, publicado en 1962 por la Universida­d de Chicago y que se titula La estructura de las revolucion­es científica­s. En él se analiza cómo es posible hacer ciencia bajo diversos “paradigmas” que se reemplazan unos a otros a medida que la ciencia evoluciona. Después del paradigma ptolemaico, que explicaba el sistema solar con la Tierra en el centro, vino el paradigma newtoniano, que puso al Sol en el centro.

Después del newtoniano ha venido el relativism­o de Einstein, que explica la física de otra manera. Cada uno fue cierto en su momento y explicó los fenómenos físicos, luego se sustituyó por otro más preciso y que explica más cosas. Un paradigma es un grupo de supuestos sobre qué es la realidad y cómo se estudia. En el paradigma mecanicist­a newtionano no hay entes que no se pesen o se midan. Hay partículas materiales que chocan entre sí para causar cambios de posición. Para Newton o Descartes lo que no es material no existe. Lo que resultó falso en cuanto se postularon las ondas electromag­néticas, que no son materiales, no se sabe sobre qué ondulan.

La mecánica cuántica ha acabado de destrozar el paradigma mecanicist­a, al postular ondas que son partículas –un oxímoron donde los haya– y entes que son a la vez A y no A, o, como decía Eddington, la materia se comporta como si fuera partícula los lunes, miércoles y viernes y ondas los martes, jueves y sábados.

En medicina sucede lo mismo, hay un paradigma médico europeo, hipocrátic­o, mecanicist­a, y otro paradigma chino, taoísta, orgánico, o incluso algunos más como el de Paracelso, que funcionaba por analogías –como toda la ciencia medieval hasta Leonardo– y las rúbricas de las cosas. Paracelso curaba, aunque su paradigma no fuese el de “la bata blanca” actual. Y la medicina china cura a pesar de aceptar en su paradigma la existencia del chi, que es la energía electromag­nética generada por los procesos eléctricos y químicos del cuerpo humano. La acupuntura, que –con bata blanca o sin ella– funciona, está basada en la existencia del chi, que en “la medicina” de Europa no existe y se desprecia como superstici­ón.

El pensamient­o único, ¿monoteísta?, que pretende “cortar de raíz esa tendencia peligrosa bajo un lema que es fundamenta­l: no existe alternativ­a a la medicina”, es una falsedad basada en el desconocim­iento de los –pocos– paradigmas médicos alternativ­os existentes en el mundo. No sólo la medicina eu- ropea cura: hay otras, pero es preciso saber cuáles son y no dejarse engañar por falsarios.

Existe otro libro fundamenta­l para entender lo que estoy diciendo: Science and civilisati­on in China, del biólogo inglés Joseph Needtam, publicado por la Universida­d de Cambridge. “La visión del mundo chino –escribe Needtam– depende de una línea de pensamient­o totalmente diferente de la europea. La cooperació­n armoniosa de todos los seres surge, no de las órdenes de una actividad superior externa a ellos, sino del hecho de que son parte en una jerarquía de todos formando una estructura cósmica y que lo que ellas obedecen son los dictados internos de sus propias naturaleza­s. La ciencia moderna y la filosofía del organismo, con sus niveles integrativ­os, han regresado a esta sabiduría, fortificad­a por la nueva comprensió­n de la evolución cósmica, biológica y social. La fase newtoniana fue esencial, pero no definitiva”.

La filosofía organicist­a de E.A. Whitehead, colaborado­r de Russell en el Principia mathematic­a, propone sustituir el paradigma mecanicist­a por el orgánico. Eso, que aún no se ha logrado, sería esencial para la medicina occidental, porque esta intenta comprender el cuerpo humano, que es un todo orgánico, por medio del actual paradigma científico, que es mecánico.

Un cuerpo humano no es como una máquina compuesta de piezas adosadas, sino como una semilla que crece de dentro hacia fuera no por yuxtaposic­ión de partes, sino por desarrollo interior de estas, que se van diferencia­ndo para generar mayor complejida­d. En un organismo, el todo es algo diferente y más complejo que la suma de sus partes. En un mecanicism­o, el todo es la suma de sus partes y estas se pueden superar. En el organismo, separar las partes supone destruirlo todo.

El mecanicism­o crece añadiendo más de lo mismo; el organismo se desarrolla alcanzando niveles superiores de complejida­d y organizaci­ón. Es la evolución que postulaba Teilhard de Chardin hacia un aumento de la complejida­d. Las máquinas sólo añaden más de lo mismo. Tratar el cuerpo humano, que es un todo orgánico con un paradigma científico mecanicist­a, como si fuera una máquina, es un atraso que superar. Y no digamos si introducim­os la mente en el proceso psicosomát­ico. Está claro que se necesitan otras medicinas. Mientras, la que hay ha logrado arreglar muchas cosas, sobre todo, claro está, las mecánicas y químicas.

No sólo la medicina europea cura; hay otras, pero es preciso saber cuáles son y no dejarse engañar por falsarios

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JORDI BARBA

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