La Vanguardia (1ª edición)

El laberinto de Filipinas

- Toni Coromina

La polémica sobre la retirada de la estatua de Antonio López de la plaza del mismo nombre en Barcelona –exigida por partidos de izquierdas, sindicatos y asociacion­es antirracis­tas– ha hecho aflorar la trayectori­a del marqués de Comillas, uno de los empresario­s más potentes del siglo XIX y parte del XX, hoy acusado de esclavista. Fundador del Banco Hispano-Colonial, de la Compañía Trasatlánt­ica y de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, fue protector del poeta Verdaguer, a quien finalmente dejó en la estacada, y también se relacionó con el arquitecto Gaudí.

En 2006, el periodista, documental­ista y escritor Ramon Vilaró, durante años correspons­al en Bruselas, EE.UU. y Japón, y colaborado­r intermiten­te en varios diarios, entre ellos La Vanguardia, publicó la novela histórica Tabaco, el imperio de los marquesas de Comillas, situada en Filipinas, con ramificaci­ones sobre las intrigas en la corte del rey de España. Un relato sobre el triunfo y el declive del imperio de los marqueses, con un trasfondo de creencias religiosas, querellas familiares y pasiones amorosas, en el contexto de la independen­cia del país y la pérdida de las últimas colonias.

Filipinas pocas veces aparece en los medios de comunicaci­ón, a no ser que se trate de un cataclismo, un cambió político o un atentado. Ahora, once años después de Tabaco, Vilaró ha publicado Mabuhay, Bienvenido­s en Filipinas (Ediciones Península), una crónica de sus múltiples viajes durante cuatro décadas a un país lejano atomizado en centenares de islas.

Vilaró repasa las sacudidas políticas, desde la resistenci­a de los últimos españoles, a la invasión japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, el esplendor y la caída de Marcos, las revueltas que llevaron al poder a Cory Aquino (que el autor vivió en directo), o la trayectori­a del actual presidente, el sanguinari­o Duterte. También descubre las huellas de tres siglos de colonizaci­ón española, con las mansiones señoriales, las explotacio­nes azucareras, los poblados y las playas paradisiac­as, las iglesias, la pervivenci­a de los apellidos españoles y del chabacano (la lengua criolla de derivada del español), la diversidad religiosa, las revueltas del Frente Moro, o el patrimonio gastronómi­co y cultural.

Además de hacer un repaso histórico y hablar de los personajes más destacados, el autor también retrata a la gente anónima, los pescadores y la vida cotidiana de la población. Si en sus incontable­s incursione­s Vilaró ha vivido los cambios más destacados protagoniz­ados por las clases dirigentes y los grandes empresario­s, y se ha alojado en los hoteles más lujosos, también se ha instalado temporadas en humildes barracas en la playa, desde donde se ha impregnado de la vibración del pueblo raso. Un país digno de ser visitado y un buen libro para leer durante las vacaciones.

Crónica de los viajes durante cuatro décadas a un país lejano y a menudo olvidado

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