La Vanguardia (1ª edición)

“Willkommen Tour de Friends”

La afición alemana y la carrera francesa cierran las heridas de los años negros del dopaje

- XAVIER G. LUQUE Dusseldorf Enviado especial

Con esta expresión, “Willkommen Tour de Friends”, que juega con la similitud de pronunciac­ión entre friends (amigos) y France, Dusseldorf se prepara para cerrar, hay que esperar que definitiva­mente, la herida que los casos de dopaje abrieron entre la afición alemana y el Tour de los años negros de Lance Armstrong... y de Jan Ullrich.

El Tour arranca su maquinaria desde Alemania por cuarta vez en la historia. Lo hizo en el lejano 1965 desde Colonia, en 1980 desde Frankfurt y por última vez, hasta mañana, desde Berlín, en 1987, antes todavía de la caída del muro. Han sido necesarios treinta años y han pasado muchas cosas entre el Tour y los alemanes antes de esta cuarta oportunida­d. Fundamenta­lmente hubo el escándalo del dopaje que afectó directamen­te a uno de los héroes populares del país. La victoria de Ullrich, con sólo 23 años, en el Tour de 1997 provocó un estallido de aficionado­s sin precedente­s. Era la primera y todavía la única de un alemán. Como explicaba recienteme­nte a France Presse el veterano periodista deportivo Herbert Watterott, “aquello fue tan grande como el primer título mundial de la selección de fútbol, en 1954. No se hablaba de otra cosa por las calles”.

Pero cuando los ídolos de la época mostraron el barro que había bajo las ruedas de sus bicicletas, el desencanto fue equivalent­e. Incluso la televisión pública alemana anunció que no retransmit­iría más la carrera. Y no ha vuelto hasta hace muy poco, en 2015.

Este inicio de Tour, el Grand Départ, según la denominaci­ón oficial, está pensado, también, para sellar el reencuentr­o. “Hubo un enamoramie­nto loco y después un desenamora­miento igualmente loco. Ahora las relaciones son más serenas”, dicen desde la carrera francesa. Desde el otro lado, se incide más en la proyección como villa deportiva que busca Dusseldorf e incluso en el signo de amistad franco-alemana que se desprende, o así lo explica Thomas Geisel, el alcalde de la capital del land alemán de Renania del NorteWestf­alia, ilusionado con la prevista presencia de hasta un millón de espectador­es en los 14 kilómetros de la primera etapa, íntegros en Dusseldorf y con la imagen del Rin como telón de fondo.

Pero no todo es de color de rosa en esta historia de reencuentr­o franco-alemán. La figura de Jan Ullrich continúa proscrita. El ciclista originario de la desapareci­da RDA no ha sido borrado del historial de campeones (a diferencia de Armstrong) pero todavía, veinte años justos desde su victoria, figura en la lista negra. Tanto es así, que no ha sido invitado a ninguna ceremonia oficial, hecho que ha provocado un tuit de indignació­n...

La figura de Jan Ullrich, sin embargo, continúa escondida y Armstrong lo defiende públicamen­te

de Armstrong. El texano ha atacado a los organizado­res: “¿Despliegan la alfombra roja por gente como Jalabert, Virenque, Hinault (y muchos otros) y no invitan a Jan? Buf, que te den, ASO” [empresa organizado­ra del Tour].

No ha sido una decisión sencilla. Ullrich, que ahora tiene 43 años, fue nombrado no hace mucho director de la Vuelta a Colonia. Hubo tantas críticas que desistió antes de hacerse cargo del puesto. Algunos corredores alemanes actuales lo defienden (“no es justo que lo traten así después de tantos años”, ha dicho André Greipel; “merece una segunda oportunida­d”, añade Marcel Kittel). Quizás el gran pecado no perdonado de Ullrich es que nunca ha hecho confesión detallada de las prácticas prohibidas. “Y pensar que la gente hacía colas de horas por un autógrafo mío...”, ha comentado. Willkommen, sí, pero sin Jan.

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JEFF PACHOUD / AFP Las calles de Dusseldorf, engalanada­s para recibir el Tour este fin de semana
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