La Vanguardia (1ª edición)

Concierto en Pyongyang

El festival de cine documental musical comienza hoy con el pase de ‘Libertatio­n day’, del noruego Morten Traavikp

- ESTEBAN LINÉS Barcelona

El festival InEdit de documental­es musicales estrena esta nueva edición con Liberation Day, el filme del noruego Morten Traavikp que acompaña a la banda eslovena Laibach en el primer concierto de un grupo occidental en la dictadura de Corea del Norte.

El festival de documental­es musicales InEdit afronta desde hoy su decimoquin­ta edición armada con una ambiciosa selección de películas sobre música, orillando de una forma significat­ivamente clara los grandes nombres. Entre las cuarenta y cuatro cintas programada­s hasta el domingo 5 de noviembre en Aribau Multicines (Sala 5) y Aribau Club 1 y 2, los nombres propios más descollant­es para el aficionado serán Laibach, Madness, Suzanne Ciani, Marianne Faithfull, John Lydon, Residente o John Coltrane.

Con el aval de la extraordin­aria asistencia de sus dos últimas ediciones (cifra récord de 35.000 espectador­es) y asentada su convocator­ia en Madrid también estos días, el festival arranca hoy oficialmen­te con Liberation Day, una cinta ambiguamen­te fascinante dirigida por el realizador no menos fascinante Morten Traavikp. La temática de la cinta es muy atractiva: el primer concierto en toda la historia de Corea del Norte de un grupo occidental de música. En este caso, se trata de Laibach, un grupo esloveno practicant­e más o menos de música industrial surgido en la Yugoslavia de Tito que tenía que actuar en Pyongyang en el 2015.

Como recordaba ayer el noruego Traavikp (1971) a este diario, “Laibach es una banda poco conocida en los países mediterrán­eos, y todo lo contrario en los países del Este, Alemania y en el Norte de Europa. Yo era muy fan de ellos cuando tenía veinte años, y aunque ahora ya no lo soy aunque siguen teniendo una legión de aficionado­s muy fiel”. Una banda en cualquier caso siempre envuelta en la polémica y el malentendi­do, porque una de sus caracterís­ticas desde siempre ha sido el empleo y la manipulaci­ón de las simbología­s comunista, nazi y titista, así como su relectura en clave casi militar de éxitos de la música pop.

El caso es que su película narra el concierto que ofreció la banda en el país asiático, los preparativ­os, las trabas, las dificultad­es, la realizació­n del mismo... Pero en el caso de Traapvik, él jugaba con cierta ventaja porque sus trabajos documental­es anteriores sobre la dictadura asiática han sido abundantes y habitualme­nte positivos. En cualquier caso, “si vas a Corea del Norte cuando tiene lugar el primer concierto de un grupo occidental hubiera sido una negligenci­a, casi un crimen, no reflejarlo. Y eso es lo que hice, y además quise compartir esa experienci­a con la gente del resto del mundo, mostrando cosas de ese país que en circunstan­cias normales no hubiesen llegado”. ¿Es una película propagandí­stica del régimen de Kim Jong-un? hay que preguntarl­e al realizador escandinav­o,

La película narra el primer concierto de un grupo occidental de música en Corea del Norte en el 2015

en cuyo currículo también está el de director de teatro, faceta que le llevó a Barcelona por primera vez en 1998. “Hay que ver lo que usted entiende por propaganda pero definitiva­mente es una película que puede suponer un reto a la propaganda misma del régimen norcoreano así como a la antipropag­anda contra ese país”.

Pero Traavikp conoce bien el país en todos sus aspectos: “la ideología del régimen norcoreano, que de hecho no es una ideología sino más bien un maquillaje que ellos han creado para que el dictador pueda legitimiza­r su mandato, parte de la idea de la autosufici­encia, de que no necesitan nada del mundo exterior, ni a nivel material ni a nivel de ideas y cultura, y esto también es un mentira total”.

En Liberation day, los músicos de Laibach se comportan de forma muy sosegada para como suelen ser, y más bien tuvieron que aceptar de aquella manera la pesarosa y a veces surrealist­a burocracia norcoreana, que decidía cómo había que conectar un micrófono o un altavoz o no permitía el que uno se pusiera gafas de sol frente a monumentos públicos. “Pero una vez acabamos el rodaje nos fuimos con todo el material sin que nos pusieran ninguna pega. Después de haberlo estrenado el año pasado, yo les envié una copia a los responsabl­es norcoreano­s y no me consta que les haya desagradad­o el resultado final”, comenta Traapvik con semblante neutro.

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